Entre todos

La colaboración particular para financiar proyectos pequeños y modestos es el último grito en solidaridad a través de la Red.

Hay acciones que nos inspiran, nos exaltan, nos rebelan, nos consuelan o simplemente se nos imponen como necesarias, y por ello les damos respaldo humano o económico en la medida de nuestras posibilidades. Puede que sea el apoyo a refugiados y desplazados, la protección y recuperación de rapaces nocturnas, la asistencia a pueblos indígenas acosados por la avidez de gobiernos y empresas o la compañía a otras personas mayores que pueden estar solas o vivir una situación de desplazamiento social. Causas hay mil y cada uno oye la llamada de la que le llega más adentro.

Por disponer en muchos casos de más tiempo libre, y también en ocasiones por tener ya algo saneadas nuestras cuentas –aunque siempre sorprenda la solidaridad de que son capaces algunos mayores que tienen poco- la comunidad senior somos un importante sostén de muchas de esas iniciativas que hemos ido recogiendo en estas páginas.

Pero como en tantos otros ámbitos, la red ha supuesto una multiplicación de las fórmulas y de los canales para divulgar propuestas. Y ya no sólo aquellas muy bien estructuradas, con un objetivo ambicioso o con un largo bagaje a sus espaldas como las arriba mencionadas estan en condiciones de hacerse oir. También demandas y proyectos pequeños o causas muy concretas pueden aspirar a nuestra comprensión y contribución. En su día ya hablamos de Miaportacion.org, una web en el que distintas asociaciones y ONG’s piden una aportación para cubrir ciertas necesidades de personas a quienes están ayudando.

Con una vertiente por lo común más creativa que social, el crowdfunding es el último hallazgo en financiación online que nos ha empezado a llegar. Las sensibilidades más artísticas pueden encontrar estimulante dar un empujón a iniciativas que gracias a esta colaboración desinteresada se garantizan no sólo salir a la luz, sino su independencia. Es un mecenazgo a pequeña escala que permite recabar fondos para producir un documental, traducir un ensayo, hacer una exposición o, también, empezar un negocio innovador.

Las formulas son variadas, aunque la mayoría se vehiculen mediante portales que presentan los proyectos y hacen de intermediadores en la recaudación, pero también de termómetro del interés que despiertan. Verkami, Lanzanos o Volanda son el paradigma: los responsables de las webs seleccionan las candidaturas que les llegan, especifican la cantidad requerida para llevar la iniciativa a buen término y conceden un margen fijo de días para conseguirlo. Sus promotores comienzan entonces a divulgar por todos los medios posibles la causa y si al cumplirse el plazo han alcanzado la cifra mínima se hace efectivo el pago, pero si en cambio no se ha logrado, se considera que no ha generado suficiente expectación y se devuelve a los mecenas su aportación.

Una forma también de sumar un poco de emoción y motivación a la tarea de obtener inversores por todas las partes y garantizar segumiento de todos los interesados. Como contrapartida, en caso de éxito, se suele conceder una retribución a a quienes han confiado y se dan algunas recompensas: asistencia a rodajes, ejemplares dedicados, entradas gratuitas o cualquier recompensa original (mayor cuanto más generosa haya sido la ayuda) que se considere oportuna. A veces, incluso participación en beneficios.

Pero el del micromecenazgo no sólo es un espacio para que explores y ayudes, sino también para que cualquier mayor creativo exponga su propia idea y trata de ganarse la confianza del público. ¿Te atreves?

 

“Crowdfunding”: Concepto americano en su origen que significa literalmente “financiación de masas”.

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