Virguerías a medida

No importa que su máxima cátedra, el volante de sus Fórmula 1, la ocupen maestros de la competición como Michael Schumacher o más discretos actores. Incluso sus prolongados años de sequía –hasta 20 estuvieron sus pilotos sin levantar un título mundial- no achicaron con su mística. El cavallino rampante, emblema de la marca, es uno de los símbolo de rapidez, éxito y lujo más incontestables del pasado siglo y lo que llevamos del presente.

El esplendor mecánico de sus productos, pero también unos precios restrictivos para la mayoría de economías y una política de aceptación de pedidos selectiva, han contribuido a la construcción de este objeto de concupiscencia para los aficionados al motor de todo el mundo. Y un diseño siempre dinámico y agresivo, pensado para sobresalir, con colores como el rojo o el amarillo entre los más recurrentes, redondean esa imagen de algo realmente fuera de lo ordinario. Lo más de lo más. Un coche para conducir sobre una realidad elevada, hecha de grandes hoteles de la Costa Azul, casinos de la Riviera, carreras en circuitos clásicos y una vida regalada de boato, triunfo, hombres apuestos y ricos y mujeres no menos divinas.

Quizás por eso algunos opinen que pasearse en un Ferrari tiene bastante de ostentoso e indiscreto, fuera de tono incluso. Pero en la casa de Maranello saben que quien elige comprarse un Ferrari está comprando también ese valor añadido, esa diferenciación que seamos más o menos afines a ella es inútil no reconocerle.

Por eso, si bien la adquisición de cualquiera de sus modelos nuevos –también se facilita la compra-venta de vehículos usados mediante un programa pudorosamente llamado Pre-Owned- se considera ya un encargo lo suficientemente exclusivo para que el cliente escoja entre una amplia gama de opciones, colores, tejidos y acabados, existen programas de customización extra todavía más exclusivos.

Es el servicio que en el momento de su estreno fue llamado One&One y que permite cualquier tipo de añadido a los modelos 612 Scaglietti o 599 GTB que no afecte a la estructura del automóvil, sin apenas límite a la voluntad del comprador. Y eso significa cualquier especificación que sea más o menos legal y factible, desde tapicerías de piel de serpiente a moquetas de materiales raros, relojes de alta precisión y lo que a uno se le pueda pasar por el magín. Solo la mecánica y la carrocería son intocables, por razones de seguridad, exigencia administrativa y prestigio de la casa. Además, existe la posibilidad de encargar al famoso taller artesano de Módena, Schedoni, maletas de cuero a juego con la tapicería o de fibra de carbono igual que la carrocería y que encajen en el difícil y estrecho maletero de estas obras maestras de la ingeniería italiana.

Ahora, si no quieres asustarte por el pico que te sube la broma, mejor pide antes de hacer el encargo. Aunque claro, quien puede pagarse el capricho de un Ferrari seguramente no esté para tales menudencias…

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