La conciliación de la vida laboral y familiar es muy complicada, como venimos contando en estos meses en el magazine. Más aún cuando comienza el periodo estival y las vacaciones escolares, que en nuestro país ya han empezado para cuatro millones de niños menores de 12 años. Los abuelos se convierten en estos días en la ‘escapatoria’ perfecta, al menos para la mitad de las familias españolas, ya que son los que asumen el cuidado de sus nietos mientras sus padres están trabajando a falta de servicios institucionales que compensen la diferencia entres las vacaciones escolares y laborales.
La última encuesta de Condiciones de Vida de Personas Mayores 2006, elaborada por el Ministerio de Trabajo y el CIS, señala que un 43,5 % de los abuelos ha ayudado a sus hijos en el cuidado cotidiano de los niños y otro 22,6 por ciento lo hace en la actualidad. De ellos el 43 % se ocupa todos los días. Entonces, ¿qué ocurre? ¿los abuelos no tenemos vacaciones?
Muchos de nosotros tomamos esta responsabilidad extra con agrado e incluso alegría, por aprovechar de más tiempo junto a nuestros nietos. Sin embargo, la normalización de esta situación ha dado a lugar a una de las patologías más comunes de la modernidad y que se da, sobre todo, en las mujeres, ya que son éstas las que se hacen cargo especialmente de los más pequeños: el síndrome de la abuela esclava.
Éste es un grave problema social muy frecuente en las mujeres adultas. Si tienes responsabilidades directas, asumidas voluntariamente, de ama de la casa de tus hijos, asumes con gran responsabilidad el cuidado y crianza de tus nietos –como si fueras madre de nuevo-, plantéate que puedas sufrir este síndrome.
Para disfrutar de nuestros nietos no hace falta adquirir tantas responsabilidades, en muchas ocasiones auto impuestas, que son propias de sus padres. Como también nosotros tenemos derecho ha disfrutar y descansar en vacaciones debemos aprender a que esa responsabilidad se redistribuya entre otros miembros de la familia, que nos liberen de la mayoría de las tareas.
Los abuelos debemos ser centro de la familia y fuente de amor y comprensión hacia nuestros nietos, por tanto, hay cargas de las que no se nos debe hacer responsables para el buen estado de la salud familiar.
