Increíble, pero cierto: dentro de unos meses experimentar la gravedad cero en primera persona será posible para quienes se lo puedan permitir.
Noticias como esta no dejan de llamar la atención en un clima de crisis y recesión económica como el que estamos atravesando. Sin embargo, y aunque parezca increíble, el turismo espacial está a punto de abandonar la Ciencia Ficción para hacerse realidad.
Hace cerca de un año que Richard Branson inauguraba el aeropuerto espacial de Virgin -un complejo futurista diseñado por Norman Foster en Nuevo México- sentenciando que para nuestros hijos “ir de vacaciones al espacio será algo normal”. Cierto o no, de lo que no cabe duda es de que su proyecto ha seguido adelante y los plazos se cumplen según lo previsto: el próximo año partirán los primeros vuelos con turistas espaciales.
El precio que tendrán que pagar por su paseo fuera de la atmósfera rondará los 150.000 euros; una cifra que, aunque excesiva, según apunta Branson se asemeja al coste de los primeros vuelos transoceánicos. Igual que sucedió con éstos, el presidente de Virgin augura que los precios irán descendiendo hasta situarse en un capricho al alcance de todos los bolsillos e incluso en algo cotidiano.
Virgin Galactic ya tiene casi 500 reservas de interesados procedentes de todo el globo que esperan ansiosos para partir en sus primeros viajes aeroespaciales. Será un vuelo suborbital, no saldrá de la órbita terrestre, pero brindará la oportunidad a los pasajeros de disfrutar durante unos minutos de la gravedad cero y, sobre todo, de mirar a través de sus ventanillas y maravillarse ante la contemplación del Planeta Azul.
Pero Virgin Galactic no es la única compañía que ofrece esta experiencia, una empresa española está volcada en el mismo proyecto. Los prototipos ya se han montado en una localidad Barcelona y se prueban en un aeródromo de León; está previsto que la versión española de este sueño hecho realidad arranque a partir de 2014.
La pregunta es, ¿terminará realmente siendo un privilegio al alcance de todos?
