Túnez: Islam y turismo “todo incluido”

En estos tiempos de tensiones entre Oriente y Occidente, viajar a un país árabe puede parecer cuando menos atrevido. Nada más lejos de la realidad. A dos horas en avión de Madrid o Barcelona, en Túnez, podemos tener un contacto fascinante con esta cultura. Descubriremos un país muy occidentalizado y rasgos “familiares” que nos unen a un mundo del que fuimos parte hace apenas cinco siglos.

Si no habla francés y no es muy aventurero, lo más seguro es contratar el viaje con un touroperador. Con unas ofertas excelentes, sobre todo fuera de temporada, podemos pasar una semana en un hotel de 4-5 estrellas por unos 1.000 euros en total (dos personas). El destino habitual suele ser “Hammamet”, en el noreste del país. Se trata de una zona costera plagada de hoteles de todo tipo, con multitud de servicios. Algunos, incluso, ofrecen el tan ansiado “todo incluido”, más típico en países tropicales de Latinoamérica.

Una vez allí podemos elegir quedarnos en esta zona, donde playa, piscina y comida internacional con tintes árabes no nos van a faltar. Encontraremos incluso una moderna Medina, vestida de centro comercial, donde poder hacer las típicas compras, iniciarnos en el ancestral arte del regateo, fumar en cachimba o degustar platos árabes más tradicionales.

O bien podemos descubrir el país contratando las distintas excursiones que programan los touroperadores. Está todo pensado. Por unos cuántos euros más podemos visitar Túnez, la capital, las ruinas romanas de Cartago, la ciudad sagrada de “Kairouan”, un maravilloso pueblo de estilo andaluz llamado “Sidi bu Said” o incluso viajar en 4×4 hacia el Sur, donde el imponente desierto del Sahara se abre camino y marca la frontera con Argelia y Libia.

Descubriremos que el resto de Túnez no es la opulenta  bahía de Hammamet. La zona meridional está dominada por campos de olivos. Túnez es uno de los mayores productores de aceite de oliva del mundo. Y ya en el Sur, lindando con el desierto, descubriremos otro Túnez, más cerrado, más islámico, donde la mayoría de los pueblos están en ruinas, donde no se ven mujeres por las calles y donde el índice de paro es brutal. Podemos ver en cada pueblo grupos de varones reunidos, tomando té y viendo autobuses llenos de turistas pasar. Algo que contrasta sin duda con el atareado norte del país.

En definitiva mucho que ver en Túnez, un país donde descubriremos todo aquello que nos une y nos diferencia de una cultura que permaneció casi siete siglos en la Península Ibérica.

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