Tartera de lux

Y es que puede que todavía trabajemos y que las distancias u horarios nos impidan volver al hogar a mediodía o que determinadas situaciones de la vida nos obliguen de forma regular a comidas de lance que conspiran contra nuestro equilibrio nutritivo.



Porque la solución pasa por los muchos restaurantes y casas de comidas que ofrecen sus menus de mediodía por precios módicos. Pero aunque sea un remedio ocasional muy aceptable, conlleva problemas a largo plazo. Con todos los matices y excepciones que sean pertinentes, además de suponer un sobrecoste económico, se suele comer demasiado abundante (es lo que tiene la estructura de dos platos y postre) y a menudo más salado o fuerte de lo que conviene en una dieta ordinaria.


También está la posibilidad de recurrir a bocatas o hasta a comida rápida, aunque no haga falta decir que no mejora precisamente la cosa.
La alternativa más solvente, pues, consiste en llevarse la comida hecha de casa, lo que permite además de controlar mejor su equilibrio nutritivo, ahorrar tiempo y dinero.

Ciertamente, no todas las comidas son igualmente óptimas para meter en el tupper, y algunas responden mejor al recalentado que otras. Las vituallas frías presentan la ventaja de que ni tan siquiera necesitan un microondas o fogón, y pueden tomarse tranquilamente al aire libre.

Pero lo más común es que las ideas se agoten pronto y que la reiteración de recetas acabe por llevar al abandono del propósito. Otra flaqueza habitual es la falta de tiempo para cocinar, que suele llevar a salir de casa con lo primero que se arrambla del frigorífico, arruinando así el objetivo de comer como en casa sin estar en ella.

Por todo ello, algo de organización y un puñado de ideas claras pueden cambiar el signo de nuestra alimentación.
En primer lugar, disponer de fiambreras aptas, fiables, herméticas y bien almacenadas. Que las tengamos clasificadas por tamaños y al alcance de la mano ya es para nota.
Etiquetar aquellas que metamos en el congelador es también una forma de facilitar que sepamos con qué contamos a la hora de programar nuestras comidas de la semana. Una programación semanal que, además, ayuda a optimizar el tiempo de compra y cocina y el equilibrio dietético.

De ese tiempo se puede sacar el mejor provecho si, además, se tiene suficiente previsión para hacer raciones de más que puedan conservarse bien en el congelador o en el refrigerador. Algunos platos incluso ganan tras un reposo (muchos guisos y estofados), mientras que otros se conservan suficiente tiempo como para que puedan hacerse con anticipo. En otros casos, pescado y gratinados por ejemplo, se puede dejar un punto crudos para rematar su cocción en el microondas y así dar menos sensación de recalentado. Otro truco muy valioso y que emplean los restaurantes sin ir más lejos- es preparar aderezos, sofritos y condimentos en grandes cantidades y guardarlos hasta el momento en que se requieren, haciendo más provechosas las horas invertidas en elaborarlos y más fácil el tener comida del día.

No obstante, si pese a todo nuestro empeño, se nos agota el recetario, algunos profesionales han pensado en ello y existen ya libros diseñados para pensar en viandas que aguanten bien el transporte y que sean óptimos como plato único. Es el caso, por ejemplo, de Ada Parellada y su explícito “Comida de tupper” u otras sugerencias que pueden encontrarse por la red.

Y es que comer de tartera está de moda: tan de moda que incluso se han lanzado al mercado tuppers innovadores y de diseño, para todas las necesidades, así como mochilas y cajas para llevarlas sin peligro de que rebosen o goteen.



 

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