Sube el IVA

Desde el pasado día 1 de julio ya está vigente la reforma tributaria que contiene la subida del IVA (Impuesto del Valor Añadido) en un 2%, y la pregunta que ahora se está haciendo todo el mundo es cómo va a afectar esta subida en las economías domésticas. Lo que está claro es que donde más se notará será en las compras que exigen grandes desembolsos, y en las pequeñas pero constantes. Hay diferentes estimaciones que calculan que el aumento del gasto del día a día puede estar entre los 150 y los 350 euros anuales por familia, aunque estas cifras pueden variar mucho dependiendo del tipo de consumo y del sector comercial. En lo que sí coinciden los expertos es que los más afectados por esta subida serán aquellos con menor poder adquisitivo como los asalariados y los autónomos mileuristas, pensionistas. Según los técnicos del Ministerio de Hacienda, cerca de 26 millones de ciudadanos con unos ingresos por debajo de 30.000 euros (el 88,76% del total) serán quienes paguen una buena parte de la subida de este impuesto, algo que hará disminuir el consumo, lo que en este último año ha sido una de las cusas  de la caída de la recaudación del IVA.


De momento algunos comercios se han planteado no subir los precios, asumiendo ellos este nuevo coste y reduciendo sus ganancias, pero es imposible diferencias a estos de los que aplicarán a sus precios el incremento del IVA.


 


Sin embargo, hay que tener en cuenta que este incremento no repercute del mismo modo en todos los sectores (a algunos de ellos no les afecta e incluso en otros ni siquiera lo hay). Lo primero que se debe saber es que hay una serie de productos y servicios que están exentos de pagar el Impuesto de Valor Añadido y que para los que sí están gravados, existen tres tipos de IVA: el superreducido, el reducido y el general. Así, cuanto menor es la necesidad del bien o del servicio, mayor es la carga impositiva.


 


Productos y servicios exentos de IVA. La asistencia sanitaria y social, la educación, los servicios culturales como museos, primas de seguros operaciones financieras y algunas operaciones inmobiliarias y los servicios postales.


 


IVA Superreducido. Es del 4% y se aplica a los bienes y servicios considerados de primera necesidad como los alimentos básicos siempre que sean naturales (las conservas o la comida procesada tienen un gravamen distinto) como la leche, el pan, las frutas y las verduras, los quesos, los huevos y las hortalizas. También se incluyen los medicamentos, los libros, la prensa y las viviendas de protección oficial. Esta partida supone el 5,45% de la recaudación total.


 


IVA Reducido. Supone un gravamen del 8% y afecta al transporte público, la vivienda, la atención odontológica, los servicios funerarios, los servicios de hostelería y buena parte de las actividades de ocio, esparcimiento y cuidado personal: desde las peluquerías hasta los cines, los teatros y los conciertos… También se aplica a todos loa alimentos que no se incluyen en al apartado anterior. Este apartado supone el 20,67% de la recaudación total.


 


IVA General. Se aplica a la mayoría de bienes y servicios, aportando un 73,88% de la recaudación total del IVA.


 


La subida afecta únicamente al reducido y al general, lo que supone cerca del 95% de la recaudación obtenida con este impuesto, mientras que el resto permanece igual.


 


¿Hay alternativa a la subida del IVA? Según los técnicos del Ministerio de Hacienda la recaudación del IVA en España soporta una alta tasa de fraude. De cada 100 euros que gasta una persona el Estado recuda menos de 7, una situación preocupante que refleja los perjuicios de la economía sumergida y el fraude fiscal, calculándose que si éste se redujera en 10 puntos, Hacienda recaudaría unos 38.000 millones de euros más. Teniendo en cuenta estos datos los expertos de Hacienda consideran que sería más efectivo combatir la evasión que aumentar el porcentaje del impuesto. Otras alternativas serían recuperan del Impuesto de Patrimonio de las grandes fortunas o crear nuevos gravámenes, como tasas medioambientales sobre las emisiones de CO2 de las empresas y particulares o sobre el uso de combustibles fósiles… aplicando importantes deducciones que favorezcan la innovación y la inversión en sistemas productivos más limpios.

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