Es evidente que el paso de la vida, la experiencia vital va moldeando nuestro carácter. La cuestión es cómo lo hace: ¿acabamos viendo la vida en un modo positivo o tendemos a que con los años la tristeza se apodere de nosotros? Según un estudio realizado por psicólogos de la Universidad de California (Estados Unidos)las personas mayores, especialmente a partir de los 60 años, son más capaces que los jóvenes de ver el lado positivo de las cosas, incluso en las situaciones más adversas, e incluso se empatiza más con las personas menos favorecidas.
Según el director del estudio Robert Levenson los datos obtenidos en el estudio indicarían que las últimas etapas de la vida estarían marcadas por las relaciones sociales orientadas tanto a cuidar a otros como a ser cuidados por otros, volviéndonos más favorables a las actividades interpersonales y compasivas, a medida que envejecemos. En este sentido existe una coincidencia con otro estudio, en esta ocasión realizado por la Universidad de Purdue, en el que se deduce que las relaciones personales mejoran en la vejez gracias a, entre otras razones, una mayor capacidad de regulación emocional por parte de los individuos.
Paradójicamente en un segundo estudio del equipo de Levenson se ha podido observar que los mayores, en comparación con las personas más jóvenes, muestran mayor tristeza ante escenas emotivas. Es decir, que se está más sensible hacia la tristeza y a compartir este estado, llevando a un mayor grado de intimidad en las relaciones personales. Sin embargo esta sensibilidad a la tristeza no parece relacionarse con un mayor riesgo de padecer depresión, sino que es un sentimiento lógico ante una etapa en la que debemos enfrentarnos a situaciones de pérdida, y también a la necesidad de dar consuelo a otros.
Por su parte otro grupo de investigación, en esta ocasión perteneciente a la Universidad de Michigan, en Estados Unidos, comprobó que la frecuencia con que jóvenes y mayores experimentaban emociones positivas era muy similar, pero los mayores experimentaban menos emociones negativas. Además, en las personas mayores los estados positivos duraban más y los negativos menos; es decir, que con la edad las personas se recuperaban antes cuando se sentían tristes y cuando estaban alegres les duraba más tiempo. La explicación a este desarrollo emocional con los años parece encontrase precisamente en eso, en la sabiduría que proporcionan los años. No se trata de que cambiemos nuestra personalidad, sino nuestras reacciones, y ello sucede gracias a la experiencia de haber vivido. El paso del tiempo hace ver las cosas y valorarlas de distinta manera, además de conocernos mejor y por tanto gestionar mejor nuestras emociones, evitando aquellas que nos desagradan o incomodan.