Sólo para mis ojos

No son muchos los privilegiados que pueden disfrutar sólo para sí de una obra de arte, y entre ellos se encuentra la familia propietaria de “El Bautizo”, obra que Sorolla pintó por encargo de un miembro de esta misma familia e importante coleccionista en 1900, poco antes de recibir el Grand Prix en la Exposition Universelle de París, que le sirvió para que  Claude Monet le dio el título de “maestro de la luz”. En estos 110 años el cuadro no ha abandonado las manos de sus propietarios, y es ahora, antes de queSotheby’s lo subaste en Londres el próximo 2 de junio, cuando se expone por primera vez. El lugar elegido para esta primicia es la Fundación Pons(Serrano, 138), junto a otros grandes lienzos de artistas coetáneos como Ramón CasasJoaquín Mir, Santiago Rusiñol José Gutiérrez Solanaque también se subastarán en Londres.

Este óleo, que parte con una estimación de venta de entre 790.000 y 1.130.000 euros, muestra la parte más íntima y costumbrista de Sorolla, lejos de las escenas de playa que marcaron gran parte de su obra. Pero sobre todo cuenta con las principales características que convierten a una obra de arte en objeto de deseo: autor reconocido, procedencia de la obra, época de creación, el tema y su estado de conservación. En este sentido hay que señalar que Sorolla,  demandado desde América, Europa y diversos lugares insospechados de las economías emergentes, es  el español más reconocido de los artistas de su época. Por lo que a la procedencia se refiere, “El Bautizo” es toda una exquisitez, teniendo en cuenta que fue un encargo privado, a lo que hay que añadir el momento en el que se hizo, 1900, un período en el que un Sorolla maduro se encuentra muy seguro de sí mismo. En cuanto al tema que se trata en este lienzo, se aleja de los acostumbrados cuadros de playa y retratos, abordando en esta ocasión, con una pincelada completamente impresionista, un tema religioso.

Toda una delicatessen de entre las piezas procedentes de manos privadas a las que se les otorga un valor añadido: el de apenas haber sido vistas y haberse mantenido alejadas de los ‘tejemanejes’ de los marchantes de arte, algo cada vez más difícil de encontrar y por lo que se están batiendo récords de precios. Ahora ya sólo queda esperar para despejar la incógnita de quién será el nuevo propietario: ¿acaso un nuevo particular celoso que acapare nuevamente para sí esta obra? ¿Será una institución? La respuesta en Londres el 2 de junio.

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