Semama Santa marítima y cultural

Llega la Semana Santa y es posible que, a estas alturas, todavía haya algunos rezagados que no se deciden por un destino en concreto. Si estáis en este caso, no os preocupéis, os proponemos un viaje de los que difícilmente defraudan: Palma de Mallorca.

Aunque la mayor parte del turismo de nuestro país suele centrarse en las otras islas, las siempre templadas Canarias, en Mallorca tenemos algunas de las mejores playas de nuestro país, además de unos bellísimos parajes y algunas importantes joyas culturales que, sin duda, constituyen un importante reclamo, más allá de la manida imagen “juerguista” de la isla vecina, Ibiza, que suele ser la que se lleva la palma en cuanto a visitas turísticas.

Palma de Mallorca es una ciudad con mucho encanto, pero además cuenta con kilómetros de playa donde disfrutar de las suaves temperaturas y del relajante sonido del mar. La “Playa de Palma”, “Can Pastilla”, “Cala Mayor”, “Can Pere Antoni” y “Ciutat Jardí” son las distintas posibilidades que ofrece la ciudad para practicar deportes acuáticos, darse un “baño precoz” o bien disfrutar del tapeo en un chiringuito.

Artísticamente hablando, la ciudad también cuenta con más de una joya. La bellísima Catedral de Santa María, con su sobrio y elegante estilo, es una de las más representativas del gótico mediterráneo, y todo un tesoro de la historia del arte español. En ella se conservan intervenciones de algunos de nuestros artistas más representativos, como Antonio Gaudí o Miquel Barceló. La Lonja pertenece al mismo estilo, proyectada por Guillem Sagrera, se alzó en 1420 y fue sede del Colegio de Mercaderes.

Por último, vale la pena señalar el curiosísimo Castillo de Bellverel único en su especie con forma circular que se conserva en nuestro país, existiendo únicamente tres ejemplos en toda Europa. Erigido en el siglo XIV en un alto sobre el mar, rodeado de una zona boscosa, tiene unas vistas únicas sobre la ciudad, el puerto y la Sierra Tramontana.

Desde Palma, con tiempo y ganas, se puede visitar el resto de la isla. El pueblo de Valldemossa, las cuevas del Drach o algunas de sus desiertas y paradisiacas playas son algunas de las mejores opciones para disfrutar al cien por cien de esta isla, de la que no hay que marcharse sin probar su famosa sobrasada y degustar sus exquisitas ensaimadas.

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