Sagas familiares I: la política

La familia es el ámbito privado por excelencia, el refugio en el que uno puede desenvolverse y mostrarse con más naturalidad y sin tener que fingir lo que no es. Pero existen algunas familias que hacen de esa condición una clave de la actividad pública por antonomasia: la política.

Sin embargo, no es tan común el surgimiento de una saga política exitosa, en la que más de uno de sus miembros alcancen relevancia y celebridad.

El caso más emblemático de todos sería posiblemente el de los Kennedy. La familia real americana, como se les ha llamado tanto por su influencia en las más altas esferas de poder como por el constante interés que han despertado sus vidas, se ha visto además aureolada por el sello trágico que la ha sobrevolado. Joseph Kennedy fue ya embajador americano y líder de la poderosa comunidad irlandesa americana. Pero fue su hijo John Fitzgerald quien en 1961 se convirtió en uno de los presidentes más carismáticos de Estados Unidos. Su asesinato en Dallas apenas dos años después de haber tomado posesión del cargo y tras terciar  en varias cuestiones candentes como la crisis cubana de los misiles y la lucha por los derechos civiles le convirtió en un mito. 5 años después moriría también su hermano Robert, que aspiraba en ese momento a seguir los pasos de John. Y todavía hoy los pasos de sus descendientes son seguidos con todo lujo de detalles. Sin ir más lejos, el respaldo de parte del clan a la candidatura de Barack Obama ha sido noticia de primera plana en los periódicos de medio mundo.

No menos exitosos se nos presentan los Bush, pues padre e hijo han sido presidentes del país, aunque ciertamente su imagen goce de menos lustre y culto popular que la de los Kennedy.

Los Gandhi son otra estirpe fundamental de la vida india.  Sin embargo, nada tienen que ver con Mohandas Gandhi, archiconocida cabeza del movimiento de desobediencia civil que terminó por precipitar la independencia de la vieja colonia británica. Porque Indira Gandhi no tenía con aquél relación familiar. Sin embargo, la Primera Ministra de la India durante casi 15 años sufrió un idéntico mal fin. Y la maldición se cebó también en sus hijos. Sanjay, que había sido preparado para ser su heredero político, murió en accidente de avioneta antes incluso que su madre. Y su hermano mayor Rajvi, quien tomara el relevo de la matriarca, también pereció en un ataque terrorista durante la campaña electoral de 1991. Hoy, no obstante, dos Gandhi más siguen con la vocación familiar

Otros ejemplos destacados de dinastías consagradas a la política los encontraríamos en los también dramáticos casos de los Gemayel en el Líbano, los Rahman en Bangladesh y los Bhutto en Pakistán. O los muy particulares de Grecia, en la que dos grandes clanes, uno conservador y otro progresista, llevan muchos años en primera línea de la escena pública, los Karanmalis y los Papandreu, y de Uruguay, donde cuatro Batlle han sido ya presidentes.

Más sombrías se nos antojan otras estirpes, cuyo amor al poder les ha empujado a querer perpetuar dictaduras familiares. Los malhadados apellidos de Trujillo, Somoza y Duvalier oscurecieron las vidas de República Dominicana, Nicaragua o Haití y representaron la versión más desagradable del fenómeno de las familias políticas en el sentido más literal del término.

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