Rutas tintas I

De todos los estados de la Unión Europea, ningún otro dedica más espacio que el español a las viñas. Eso significa casi setenta denominaciones de origen, con sus correspondientes regiones que presentan muchos atractivos para sus visitantes: casas rurales, un rico legado cultural, actividades gastronómicas y, claro está, visitas a bodegas, cata de vinos y todo aquello que tiene relación con su multisecular producción.

De hecho, en los últimos años ha se ha ido descubriendo qué tipo de poder de atracción te este sector que combina recreo, buena comida y ver y entornos no masificados: representa la tercera alternativa de vacaciones del país y una de los que tiene más margen para crecer.

En este estado de los cosas ha contribuido al trabajo de la Asociación Española de Ciudades del Vino (Acevin), que engloba a cincuenta villas y es foro de reunión de los representantes de los principales focos productivos del gremio. En marcha desde 1994, se ha dedicado a hacer propuestas atractivas para viajeros, que el último año merecieron el reconocimiento de la industria con su premio Fitur al mejor producto de turismo activo.

Una multitud de posibilidades, con la implicación de ciento ochenta municipios y ochocientas empresas han determinado el éxito de la iniciativa que, de momento, permite transitar y sumergirse en algunos grandes ejes vitivinícolas de la península: Jumilla, el Penedès, Rías Baixas, el Somontano, el Condado de Huelva y así hasta llegar a los diecinueve actuales que han desarrollado su propia ruta.

Y aunque las oficinas de información de todas estas zonas dispongan de buenos centros donde nos podrán ofrecer todo lujo de detalles de las opciones prácticas que el establecimiento de estas rutas organizadas supone, también podemos dirigirnos a la web de la Asociación (http://www.ciudadesdelvino.com), donde encontraremos datos de esta plataforma y su agenda de actividades.

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