Por una vida anti-basura

Tiene grandes carencias nutritivas, por lo que es poco saludable, invita a otros hábitos de vida nocivos, sin embargo, ha conquistado el mundo o, mejor dicho, nuestros estómagos. La comida basura es la reina y señora de la vida moderna y su normalización en la alimentación supone el abandono de prácticas de cultivo tradicionales y de dietas saludables como la Mediterránea, así como la desaparición de algunos alimentos. Como reacción a esta extinción de la cocina familiar, tradicional y elaborada a base de productos alimenticios de calidad, nació en 1989 en Italia el movimiento Slow Food.

Lo que busca esta fundación de carácter internacional –cuenta con sedes en 122 países- sin ánimo de lucro es promover la importancia del placer vinculado al alimento, ”aprendiendo a disfrutar de la diversidad de las recetas y de los sabores, a reconocer la variedad de los lugares de producción y de los artificios, a respetar el ritmo de las estaciones y del convite”. Además, uno de sus objetivos primordiales en esta defensa de la cocina y métodos tradicionales es el desarrollo de la eco-gastronomía.

Este concepto es definido por Slow Food como ”la capacidad de unir el respeto y el estudio de la cultura enogastronómica con el apoyo a cuantos en el mundo se ocupan de defender la biodiversidad agroalimentaria”. Se trata por tanto de educar nuestro sentido del gusto en lo diverso: defendiendo los productos propios de nuestra tierra, los sistemas de cultivo naturales y la biodiversidad.

Ante todo, en la mesa: calidad.

Más información: www.slowfood.com

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