El elegante vestido negro que la actriz Audrey Hepburn lució en la no menos brillante película Desayuno con diamantes ha sido recientemente subastado en Christie’s por nada menos que 467.200 libras (unos 700.500 euros), el precio más alto jamás alcanzado en subasta por un prenda confeccionada para el cine. El modelo diseñado por Hubert de Givenchi exclusivamente para esta ocasión fue puesto a la venta por sus últimos propietarios, Dominique Lapierre y su esposa, con fines benéficos, y ha sido adquirido por un comprador anónimo que pujó por teléfono.
Esto lleva a más de uno a plantearse ¿Para que querrá ese rico pujador anónimo el vestido de Givenchi? ¿Qué le ha llevado a gastarse esa suma inimaginable de dinero? Las cifras hablan por sí mismas, la inexplicable fascinación que, por lo general, produce el lujo hace que cada año gastemos unos 85.000 millones de euros en artículos lujosos en el mundo.
La innegable atracción que sentimos, unos más que otros, por este tipo de artículos se explica, según afirmaba recientemente en una entrevista Susana Campuzano, directora de marketing de la empresa de moda Value Retail y profesora del Instituto de Empresa, por el placer personal que produce poseerlos por ”trascender a nuestra existencia cotidiana”. Ya que, se trata de ”artículos escasos, limitados o restringidos y eso les confiere un poder cautivador” que los convierte en necesidad, sin serlo.
Otra de las razones que se señalan es el deseo del hombre por diferenciarse de los demás, la forma más fácil de hacerlo es a través de lo material, porque, para Campuzano ”al hombre no le basta con satisfacer sus necesidades primarias. Tenemos unas secundarias que son los deseos…aquí es donde se inscriben los objetos de lujo, innecesarios, pero que forman parte de esa necesidad de mejora”.
Aunque muchos estarán en desacuerdo con esta afirmación, considerando que ”las mejoras” no se basan en la adquisición de bienes materiales, la realidad es que, cada vez más se invierte en artículos de lujo.
Dentro del universo de los artículos de lujo se pueden hacer clasificaciones, nosotros tendremos en cuenta su coste (que es el que más nos interesa de cara a darnos un capricho). Están aquellos artículos para todos los bolsillos que si bien no incluyen un vestido de Chanel, su perfume sí. Estos artículos se suelen vender por sí mismos porque forman parte de una marca de lujo a precios accesibles.
Los inaccesibles, son aquellos que sólo podrán comprar unas 250 personas en el planeta, son exclusivos y realizados para actos concretos de mucho prestigio, como los que lucen las actrices de la alfombra roja en la gala de los Oscar, y que, de paso sea dicho, se promocionan gratuitamente en espléndidos escaparates móviles. Después, están los artículos de lujo que teniendo un precio elevado pueden estar al alcance de unos cuantos millones de personas más.
Probablemente sea de los que piense que los mayores lujos son tener tiempo libre y la familia. Pero, dejando a un lado la visión materialista y superficial del hombre… ¿a quién le amarga un dulce?