Nueva estrella del skyline terrestre

Afectada especialmente por la crisis financiera, Dubai, rey del exceso inmobiliario, inauguraba hace cuatro días el edificio más alto del mundo: el Burj Dubai/Buró Khalifa.

Sus 827 metros de altura, con una inversión de 2.000 millones de dólares, revestidos de acero y cristal, superan con creces los 508 del que hasta entonces era el rascacielos más alto, el taiwanés Taipei 101. Las 162 plantas con forma de cohete, coronadas por una antena cuya luz puede ser vista a casi cien kilómetros a la redonda, acoge toda una ciudad en vertical: el primer hotel de la marca Armani, con 700 apartamentos privados de lujo entre las plantas 45 y 108 –las primeras viviendas comenzarán a habitarse en el mes de febrero–, un mirador en la 123 –a 442 metros de altura–, un observatorio en la 124 y oficinas en el resto de las plantas hasta la número 156.

Más de 12.000 personas han trabajado incansablemente en su construcción que, a diferencia de otras grandes construcciones que se estaban llevando a cabo en Dubai, no ha sido interrumpida a pesar de la grave crisis que sufre de modo especial este “imperio” árabe y que con esta inauguración pretenden empezar a olvidar.

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