No rompas los azulejos. Aprovéchalos

En muchas ocasiones nos vemos en la necesidad de quitar de la pared un azulejo (bien para reparar una tubería, o porque se encuentre mal alineado o simplemente porque se esté desprendiendo) y no contamos con piezas de repuesto. Para estos casos en los que queremos conservar el azulejo, es posible no romperlo ayudándonos con una ventosa o un desatascador de tuberías y un destornillador plano muy fino.


 


El proceso es sencillo: Lo primero es adherir la ventosa o desatascador al azulejo que queremos quitar. Seguidamente nos valdremos del destornillador para poco a poco quitar retirar la pasta tapajuntas por completo. Una vez hecho esto, batará con ir haciendo palanca, con movimientos firmes pero suaves hasta lograr desprender la baldosa.


 


Antes de volver a colocar el azulejo hay que quitarle los restos de cemento, para lo que es conveniente sumergirlo en agua. También habrá que preparar el hueco de la pared e igualarlo para que tenga una profundidad similar a la del azulejo. Realizada esta operación ya está todo listo para colocar de nuevo la baldosa, que tendrá que estar limpia y seca para aplicar sobre ella el cemento instantáneo, lo que haremos en cinco puntos (esquina y centro) de su cara oculta. Colocamos en el hueco y apretamos la pieza hasta que la cola fragüe. Dejar transcurrir al menos 24 horas y rellenar las juntas con masilla.


 


En el caso de que el azulejo esté roto y no contamos con otro de repuesto ni podemos conseguirlo por su antigüedad, hay algunas fórmulas para solucionar el problema. Un ejemplo son los vinilos, una especie de pegatina con la que podemos cubrir un nuevo azulejo de forma que armonice con el resto. Otra opción es la de teñir los azulejos con una resinas específicas. En este caso puede que el color no coincida exactamente, pero nos puede servir de solución temporal hasta renovar el alicatado.

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