En unas pocas décadas el índice de natalidad en España ha caído estrepitosamente. No es extraño encontrar familias muy numerosas entre mayores de 50 años pero a medida que se reduce la edad de las familias también disminuye el número de sus miembros. Esta caída que parecía sin freno ha comenzado a remontar, según revelan los datos del último estudio del Instituto Nacional de Estadísticas, un 5,37% en comparación con 2007.
Sin embargo, este leve crecimiento se debe, fundamentalmente, a niños nacidos de madres extranjeras. Por ello, la Federación Española de Familias Numerosas ha reclamado más apoyo a las familias para favorecer esta incipiente “tendencia favorable hacia la maternidad” aún insuficiente para garantizar el relevo generacional y todo lo que ello conlleva –sistema económico, social, de pensiones…-.
En estos momentos, la tasa de natalidad española se sitúa en 1,46 hijos por mujer, lejos de lo que se necesita para el relevo de población, a partir de 2,1. La crisis económica, en este sentido, no ha incluido negativamente en la apuesta por la maternidad, más bien al contrario, se hacen más necesarias que nunca las ayudas a las familias, como núcleo sobre el que se cimienta la sociedad, que sean más “reales y directas” para facilitar la conciliación y también por hijo “que tengan continuidad más allá de la ayuda puntual por nacimiento, y que sean realistas con la realidad económica de los hogares”.
El capital humano es la principal baza para afrontar el futuro y así ha sucedido en épocas pasadas. ¿Qué sucede ahora? ¿Se trata de una cuestión de comodidad, es una consecuencia de la sociedad del consumismo y el confort o realmente no se puede? Proponnos tus soluciones…
