Mindfulness contra la ansiedad

Los cambios a los que nos enfrentamos cada día, la enorme incertidumbre en la que vivimos muchas veces, etc., son el perfecto caldo de cultivo para que los casos de ansiedad aumenten cada día por todo el mundo. El gran filósofo francés del siglo XVII, Descartes, escribió una carta al final de su vida en la que llamaba la atención el siguiente comentario: “Mi vida estuvo llena de desgracias, muchas de las cuales jamás sucedieron. A priori, parece que esta frase no dice nada o que es un sinsentido; pero en el fondo, a cualquiera de los que en algún momento de nuestra vida hayamos padecido episodios de ansiedad, nos dice mucho; porque vemos en esa afirmación una descripción contundente de uno de los efectos producidos por la ansiedad.

La mayor parte de las personas vivimos de manera habitual con una enorme tensión mental. Ésta se manifiesta como ansiedad, angustia y distintos tipos de bloqueos, lo cual reduce de manera drástica nuestra capacidad de pensar con claridad, tomar decisiones y aprender. Y como también afirma el Dr. Mario Alonso Puig, en su libro Reinventarse: “La ansiedad es un estado de inquietud curioso, porque empezamos a sufrir en el presente por algo que ni siquiera sabemos con certeza que se va a manifestar en el futuro (…) Lo que nuestro cerebro es capaz de percibir es sólo una pequeña parcela de lo que la realidad encierra. Hay facetas de la realidad que, si alcanzáremos a verlas, nos revelarían muchas cosas que añadirían años a nuestras vidas y calidad de vida a nuestros años.” Y si René Descartes en su día, o nosotros mismos hoy, fuésemos capaces de grabarnos esto último y memorizarlo, es muy probable que empezáramos a ver la luz al final del túnel.

Sabemos que el cerebro es un órgano complejo, que a pesar de suponer apenas el 2% de nuestro peso corporal, consume el 25% del riego sanguíneo. Y la misión más importante del cerebro, entre tantas, es la de ayudarnos a sobrevivir. ¿Y por qué? Pues porque la tarea de sobrevivir tiene mucho que ver con la capacidad de resolver problemas, tomar decisiones, afrontar obstáculos y aprender de los errores. Nuestra capacidad de observación y análisis, combinada con la inteligencia, la memoria, la imaginación y la creatividad, constituye la base que necesitamos para hacer frente eficazmente a los desafíos de la vida. Sin embargo, todas estas facultades y capacidades son de muy poca utilidad si frente a los retos nos llenamos de ansiedad o angustia. Nos guste o no, una persona bloqueada emocionalmente está anulada intelectualmente. Cuando emociones como el miedo o la desesperanza se apoderan de nosotros, se produce un auténtico “secuestro cerebral” y no importa lo inteligentes que seamos; nuestra inteligencia no brillará por ninguna parte. Vale. Pues, hasta aquí todo lo negativo; a partir de esta línea comienza la misión de este artículo para iluminar nuestras sombras:

Hoy sabemos (gracias a multitud de estudios), que cambiando la forma de pensar, cambiamos los circuitos cerebrales. También sabemos que las personas ancladas en una mentalidad negativa favorecen la muerte neuronal, y que aquellas que han decidido enfocarse en lo positivo generan nuevas neuronas a partir de células madre cerebrales. Ya en el siglo pasado, nada menos que Ramón y Cajal (nuestro primer Premio Nobel de Medicina) decía que todo ser humano puede ser, si se lo propone, escultor de su propio cerebro. Es importante que entendamos que no hablaba metafóricamente, sino literalmente: el cerebro del adulto es maleable; esto es un hecho.

Y para despegar de la mejor manera en esta nueva tarea, nada mejor que el consejo que, sabiamente, propone el Dr. Alonso Puig: “Si quiere reinventarse, enfóquese en lo que quiere y no en lo que teme”.

Dado que los pensamientos perturbadores no pueden existir si no se les presta atención, la clave de todo es volver a ganar el dominio sobre nuestra atención. Si cerramos los ojos y tratamos de mantenernos en el presente, no quedando envueltos en pensamientos o historias del pasado, o en ideas de lo que vamos a hacer en el futuro, ya estamos demostrando una gran capacidad para experimentar los beneficios del mindfulness (que significa ‘atención plena’), y que es, nada más -y nada menos-, una práctica que puede convertirse en herramienta para mejorar tu calidad de vida de manera demostrable. Una investigación publicada en la revista Journal of Internal Medicine reveló que practicar media hora diaria de mindfulness alivia los síntomas de trastornos como la depresión o la ansiedad.

“Tu cuerpo vive en el presente. ¿Y tu mente?”. Esta pregunta retórica puede acercarte a la filosofía del mindfulness: si otorgamos un gran peso al ‘aquí y ahora’ mediante una atención total al presente, podremos liberarnos de situaciones que nos bloquean y nos hacen perder el control.

Próximamente os hablaremos de métodos y ejercicios concretos para poner en práctica el mindfulness, que estamos convencidos que os serán de gran utilidad

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