Es evidente que la población mundial está envejeciendo y esto se nota especialmente en Europa, donde la presencia de índices de envejecimiento, es decir, el porcentaje de mayores de 65 años respecto al total de la población, supera en algunos países del viejo continente el 15%. En España este porcentaje alcanza ya el 16,7% de la población, según el Imserso, que cifra en 7,78 millones los españoles mayores de 65 años. Teniendo en cuenta estas cifras la empresa matriz de Sanitas, Bupa, ha llevado a cabo un estudio internacional sobre el envejecimiento, el Bupa Health Pulse 2010, en el que han participado más de 12.000 personas de 12 países distintos entre los que además de España se encuentran Francia, Alemania, Gran Bretaña, Italia, México, Rusia, China, Brasil, Estados Unidos, Australia e India.
Uno de los puntos más llamativos e interesantes de esta encuesta es el espíritu sumamente positivo con el que las personas mayores van afrontando el envejecimiento; un positivismo que sin embargo puede tener el inconveniente de que acaben evitando afrontar la realidad última de hacerse viejos. Y es que los datos que se desprenden no dejan lugar a dudas: estamos ante una generación que se siente joven y sana después de cumplir los 65 años. El 72% de los españoles mayores que superan esta edad se siente así, porcentaje muy similar a la media internacional; el 88% de los encuestados en todo el mundo afirma que no se siente mayor, frente a un 92% de los encuestados en España, donde además hay una visión realista del envejecimiento. Y es que más de la mitad de los españoles no ve con temor el hecho de llegar a ser anciano. Un 30% entiende que todo el mundo envejece y no lo teme y un 25% ni siquiera piensa en el tema. Un 23%, sin embargo, se deprime al pensar en su vejez y el resto manifiesta temor y preocupación sobre quién se encargará de su cuidado. Pero hay que tener en cuenta qué se considera ser viejo, ya que no para todos la vejez empieza en el mismo momento. El 70% de los españoles considera que una persona es mayor cuando alcanza la edad de jubilación, los 65 años. Una percepción que no comparten tres de cada diez franceses, que creen que las personas solamente son viejas cuando tienen más de 80 años, ni seis de cada diez chinos, que piensan que eso ocurre incluso antes de los 60.
Pero como ya se ha señalado a pesar del optimismo también hay una conciencia del envejecimiento y de sus consecuencias y en este sentido los temores más arraigados se centran en la pérdida de memoria (43%) y la falta de autonomía (30%), los aspectos que más preocupan, pues ambos casos requieren una dependencia absoluta de terceras personas. Y los españoles no se desvían mucho de estos datos ya que para un 39% de los encuestados es el cáncer es la enfermedad que más temen padecer llegada la vejez, seguida muy de cerca por la demencia, con un 36%. A pesar de estas preocupaciones los mayores, ni en su actual etapa ni en anteriores, apenas se preocupa de planificar los posibles retos a los que tendrán que enfrentarse en sus últimos años. El estudio de Bupa revela que, por ejemplo en España, 6 de cada 10 mayores no han tomado ninguna medida (un 47% no ha pensado en nada y un 17% afirma que lo tratará cuando ocurra) y sólo el 11% ha ahorrado algún dinero, aunque el 36% son conscientes de que tendrán que utilizar sus ahorros o inversiones para financiar su cuidado, y el 16% dispone de un seguro. Incluso entre las personas de más de 65 años, menos de una cuarta parte (el 22%) ha ahorrado dinero para la vejez. Y todo ello a pesar de que, como indica José Luis Fernández, investigador principal de la London School of Economics, cada vez es mayor la presión a la que están sometidos los sistemas estatales de asistencia a la dependencia, siendo un auténtico desafío su mantenimiento en el futuro, teniendo en cuenta que “en todo el mundo, una combinación de factores sociales y económicos – incluidos los cambios demográficos, la ruptura de la familia extensa, el aumento de las tasas de divorcio, la migración y la incorporación de la mujer al trabajo – están erosionando las estructuras de apoyo familiar que históricamente han prestado de manera mayoritaria atención a las personas mayores dependientes”.