Caer en un profundo sueño gracias al traqueteo embriagador y constante, perder la mirada a través de una ventana abierta al paisaje, estirar las piernas de cuando en cuando o disfrutar de un pausado café en el vagón restaurante mientras el viaje continúa. Las ventajas del tren como medio de transporte son muchas y, aunque entre ellas no se cuenta la rapidez, éste sigue siendo el medio de transporte preferido de aquellas personas con espíritu romántico. Tal vez, precisamente, por su prolongada duración; las horas pasan observando el paisaje que se mueve lentamente ante nuestros ojos, dando pie a la reflexión y a una meditación casi melancólica.
Si además de ser un romántico, eres amante de los pequeños lujos, lo más probable es que no puedas resistirte a viajar en el mítico Orient Express. Desde su inauguración en 1883, la línea de este famoso ferrocarril, que en su origen unía París con Constantinopla (aunque no sin trasbordos hasta 1889), ha ido variando a través de los años, bien por razones políticas o por cuestiones logísticas. Interrumpido durante la Primera Guerra Mundial, el Orient Express vivió su momento de máximo esplendor en los años 30, durante misma década en la que Agatha Christie publica su famosa novela ambientada en el tren, ampliando sus servicios y ganándose la fama de lujoso, gracias a sus especializados chefs y al excelente trato que se daba a sus exclusivos clientes: miembros de la realeza, millonarios, famosos y diplomáticos, entre otros. Tras otro nuevo parón a causa de la Segunda Guerra Mundial, su uso entra en decadencia reduciendo sus servicios hasta tal punto que en el año 2001 realizaba únicamente la ruta París-Viena.
Aunque la línea original fue suspendida a finales del año pasado, existe una compañía especializada en viajes de lujo en ferrocarril que, cómo no, lleva por nombre Orient-Express y ofrece recorridos similares a los que hacía el tren auténtico, en una máquina con vagones construidos entre 1925 y 1931. La cuidada decoración interior se basa también en la de antaño, sumergiendo de este modo al viajero en un paseo temporal, en el que no falta ningún lujo ni servicio ya que, al fin y al cabo, se trata de un hotel itinerante de cinco estrellas. El recorrido más completo tiene lugar a lo largo de siete jornadas y atraviesa un total de siete países, ofreciendo una romántica forma de conocer mundo y, quién sabe, si también de vivir una aventura como las que se relatan en las 19 novelas y 6 películas inspiradas en el legendario Orient Express.