Los misterios del hada verde

Lo cierto es que este espirituoso ha tenido en su hermoso color verde, que se enturbia hasta cobrar un no menos bonito tono lechoso cuando se le añade agua, un buen punto de partida para convertirse en el brebaje romántico por excelencia. Pero el hecho de que se le atribuyeran propiedades alucinógenas, que quedaran prendados de sus encantos varios de los más saturnales poetas, pintores y bohemios del fin de siglo y que un alto número de personas se hundieran en la mala vida agarradas a una de sus botellas contribuyó a reforzar su aura de néctar peligroso y maldito.

La absenta, un destilado de alta graduación alcohólica cuyo ingrediente fundamental es el ajenjo, contiene tuyonas, una sustancia que ingerida en altas proporciones puede llegar a provocar intoxicaciones. También se le atribuye el poder de generar alucinaciones y está probado que en algunas personas genera un estado de insólita lucidez. Quizás por ello, una mezcla de puritanismo y alarma social condujo a que Francia, Suiza, Inglaterra, Estados Unidos y otros países empezaran a prohibir su producción a principios del siglo XX. Curiosamente, sólo España y Portugal se libraron de la restricción, acaso porque en estos estados su consumo nunca llegase a ser percibido como un problema de dimensiones preocupantes.

No obstante, el atractivo nimbo de bebida con poderes casi taumatúrgicos perduraba. Los preciosos carteles de Mucha que representaban a la llamada “hada verde”, el espíritu que habita en la absenta, las andanzas de Rimbaud y Verlaine, dos de sus más alegres consumidores o el boca oreja que aseguraba que en ciertas regiones europeas se seguía destilando clandestinamente una absenta con un inquietante contenido en aceites esenciales de artemisia, hicieron que existiera siempre una demanda latente, atraída por lo que había de riesgo y enigma en todo el asunto.

Así, a mediados de los años 90, la Unión Europea volvió a legalizar su fabricación, si bien fijando un límite máximo de tuyonas. Una situación que ha dado salida a un fascinante mercado de pequeñas marcas artesanales que se precian de seguir el método tradicional, libre de mezclas y maceraciones ajenas a las viejas fórmulas.

Suiza, que no levantó una prohibición que duraba 96 años hasta 2004 y que reclama con orgullo la invención de la absenta, ha sido la más entusiasta exportadora de reflejos esmeralda. Francia, Alemania y España son los otros estados que cuentan con reputados fabricantes. Alandia, que comercializa tres clases de Absenta Deluxe, azul, verde y blanca o Eichelberger, son algunos de los nombres de referencia que los aficionados pueden encontrar y comprar en la red. Aunque posiblemente el sueño de todo bebedor de absenta sea hacerse con una de las rarísimas y muy caras botellas anteriores a la prohibición hechas en Francia por Pernod o en la Confederación Helvética por varias marcas y que todavía se consideran el patrón de calidad al que todas las absentas han de prestar reverencia. Y si el dinero no llega, siempre se puede aprender y hurgar en páginas como http://www.absinthebuyersguide.com ohttp://www.feeverte.net, ambas en inglés, que eso no cuesta dinero.

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