Los jubilados somos los más felices

Según un estudio realizado en la Universidad de Nueva Gales del Sur, en Australia, la felicidad evoluciona a medida que vamos cumpliendo años. Para llegar a esta conclusión se basaron en una encuesta sobre hogar, ingresos y dinámica de trabajo y descubrieron que la felicidad experimenta sus mejores resultados a la edad entre los 15 y los 24 años y por encima de los 75.

Esto tiene una explicación, y es que, cuando somos jóvenes no nos importa ni la calidad de nuestra vivienda, ni los ingresos (porque en la mayoría de los casos vivimos en casa de nuestros padres, que nos mantienen) ni pensamos en que el día de mañana podamos estar enfermos. Por eso, disfrutamos más de todo, exprimimos la vida al máximo y vivimos el día a día.

Sin embargo, a medida que cumplimos años, vamos adquiriendo responsabilidades y con ellas agobios y quebraderos de cabeza que afectan, lógicamente, a nuestra felicidad. A partir de los 30 años empezamos a preocuparnos por nuestra salud, queremos independizarnos o comprarnos una casa y los gastos no nos permiten llegar holgados a fin de mes. Estos tres factores, salud, dinero y hogar hacen que nuestros niveles de felicidad se tambaleen y que permanezcan inestables unos cuantos años más.

A partir de la jubilación volvemos a respirar tranquilos y a sonreír. Nuestros hijos están emancipados, los problemas económicos se resuelven, tenemos una casa que es nuestra y que gracias al sudor de nuestra frente ya está pagada y no tenemos que preocuparnos por quedar bien delante de nuestro jefe, puesto que ya no tenemos que ir más al trabajo.Además, asumimos que a medida que vamos cumpliendo años tenemos achaques y algún que otro problemilla de salud. Esta tranquilidad y esta manera de ver la vida desde otra perspectiva nos permite ser mucho más felices y disfrutar la vida ahora que volvemos a tener tiempo, ganas y dinero.

En definitiva, los investigadores de este estudio llegan a la conclusión de que la felicidad evoluciona en forma de U de tal manera que cuando somos muy jóvenes estamos en nuestro punto óptimo, a medida que vamos madurando baja hasta niveles preocupantes y en la vejez volvemos al punto de partida y experimentamos un gran cambio positivo en nuestra manera de ver las cosas.

Foto: Google Imágenes

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