Las Vegas, la ciudad que duerme de día

En medio del desierto árido desierto se alza la ciudad de la luz y los neones -para muchos también la ciudad del pecado-, una urbe donde cuando se oculta el sol todo es posible y, durante el día, lo mejor que se puede hacer es irse a dormir. Pero Las Vegas no siempre fue así, hace menos de un siglo podría decirse que la ciudad era poco más que un alto en el camino de la ruta que unía Salt Lake City con San Bernardino. La llegada del ferrocarril y la legalización del juego en el Estado de Nevada lo cambiaron todo y, así, prácticamente de la nada, nació Rancho-Vegas, el primer hotel-casino de la ciudad que pronto comenzó a recibir visitas asiduas de estrellas de la gran pantalla, impulsando la acelerada construcción de toda esta urbe entregada al ocio en cuerpo y alma.

Lo que más llama la atención de la ciudad, a simple vista, son sus llamativas luces. Antaño fueron neones, hoy -en su mayoría- son LEDS. Los nostálgicos de la estética retro pueden asomarse al Museo del Neón o dar un paseo por el Downtown, donde siguen vivos algunos antiguos casinos -como el Golden Gate- que todavía conservan el sabor de antaño. Esta céntrica zona es también la favorita de los jugadores más audaces y experimentados; un poco más al sur, se llega a Las Vegas Boulevard, donde se encuentran casi todos los míticos complejos que se hicieron famosos en los años 50; el más famoso de ellos, sin duda, es el Riviera. Los casinos-hotel más lujosos de la ciudad -Aria, Bellagio, Planet Hollywood…- se encuentran en esta zona y uno no deja de sorprenderse ante su maginificiencia y el despliegue de lujo del que hacen gala.

Entre mesas de blackjack, dados y tragaperras; muchos son los turistas que se dejan llevar por la variedad de espectáculos que se ofrecen al caer la noche. Una visita ineludible para todo turista es la Freemont Experience: una vez entrada la noche, a todas las horas en punto, un sorprendente espectáculo de luz se activa en una cúpula de cañón que cubre la peatonal calle Freemont. 427 metros y 12 millones de LEDs son las cifras de esta atracción gratuita que no defrauda.

Si después de ver este espectáculo de luz y sonido, cenar algo y tal vez a asistir a un concierto todavía tienes ganas de más, sólo te queda casarte. Es muy sencillo, las licencias se conceden en el acto por cerca de 50 euros en el Clark County’s Marriage Bureau y, si estás pensando en que la ceremonia la oficie Elvis, no lo dudes y acércate a Viva Las Vegas.

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