Las Navidades más plácidas

Para muchas familias las navidades son una de las pocas ocasiones en las que pueden encontrarse todos sus miembros. Esa circunstancia hace que se creen muchas expectaciones, que se concentre mucha emotividad en muy poco tiempo y que estas fiestas sean un hermoso oasis en el año…pero también un impasse delicado, con tensiones y sentimientos a flor de piel que pueden desencadenar enfados, disgustos e indigestiones.

Cuando hay factores de riesgo (el cuñado de izquierdas que se enzarza cada nochebuena con la cuñada de derechas, el yerno con mal beber pero aún peores ganas de emborracharse, la abuela nostálgica, el sobrino llorica y malcriado, etc.) todas las precauciones para que la cena o la comida festiva vaya como la seda pueden ser insuficientes. Pero, pese a ello, hay una serie de consideraciones que pueden resultar útiles para capear los problemas más engorrosos.

Por ejemplo, preparar de antemano todo lo necesario para poder reunirse plácidamente en la mesa o alrededor de los regalos sin que alguien tenga que estar pendiente del fuego o de los últimos detalles avivará el calor hogareño de una reunión completa, pero también es buena estrategia dejar por preparar unos aperitivos para hacerlos en compañía de los que lleguen antes del ágape, creando así un ambiente previo más distendido y cordial.

También es necesario que los anfitriones sean generosos con la familia política, que les manden mensajes de integración y les inviten a participar de los posibles asuntos familiares que hayan de tratarse durante el curso de las veladas, pero sin obligarles a soporíferas o tensas diatribas.

Resulta igualmente decisivo que las Navidades no sean el escenario de una lucha de poder familiar, el campo de batalla en el que dirimir viejas rencillas o tratar de imponer un parecer, una opinión o una decisión. Por encima de todo, hay que ser dadivosos, gentiles, dúctiles y pensar que hay gente querida que va a sufrir un sofoco por nuestro mero vicio de querer tener la razón o demostrarle algo a alguien. Si, pese a todo, el carácter de alguno de los convocados invita a la bronca cuando se toca algún asunto, es mejor evitarlos, tener siempre previstos otros temas de conversación o formas de desviar la atención. Sacrificar un poco de franqueza o espontaneidad para lograr bienestar puede ser una inversión rentable

Y, desde luego, no son buenos días para transmitir presiones y angustias a terceros. Muchos padres, dado que ven poco a sus hijos, o a la inversa, pueden sentir la tentación de reprocharles ciertos comportamientos, abrumarlos con atenciones excesivas, hacerles sentir culpables por su descuido o abordar asuntos postergados y problemáticos. Contrariamente, es una gran decisión hacer que estos días sean una tregua, una tábula rasa, una oportunidad para el goce franco, despreocupado y sin rencores.

Ya habrá tiempo más adelante para resolver aquello que te preocupa. En Navidad… ¡disfruta!

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