Las 1001 vidas de Tintín

Su rostro aniñado y su entusiasmo juvenil podrían llevar a engaño, pero Tintín ya supera los 80 años. Y posiblemente deba agradecer a su creador Georges Remy, Hergé, tanta lozanía: la obra del fantástico ilustrador ha envejecido espléndidamente bien, razón por la cual el que empezara como reportero de Le Petit Vingtieme sigue en tan buena forma tantos años después. Tanto que uno de los más grandes del cine Steven Spielberg ha decido llevarlo a la gran pantalla y además en 3D.

Sin embargo, esa característica no es más que el resultado de un proceso de depuración que ocupó toda la vida su creador y que, entre otras cosas, supuso la reconstrucción completa de algunos de sus álbumes para adaptarlos a nuevas épocas -véase el caso de La Isla Negra o El templo del Sol, redibujados para modernizar su ambientación- o la larga evolución de una manera de dibujar y planificar tebeos que se convirtió en fundamento de la llamada “línea clara”, una de las grandes escuelas de la historieta contemporánea.

Así, lo que comenzó como una colección de aventuras ligeras con afán de entretener a un público infantil se fue convirtiendo en una obra icónica del siglo XX, cargada de referencias culturales, políticas y artísticas, que se proyecta mucho más allá del margen de sus viñetas.

En ellas se ha visto a Tintín recorrer el mundo y nosotros podemos seguir también la evolución de su mirada sobre él, del anticomunismo explícito y filocolonialismo que rezuman Tintín en el País de los Soviets o Tintín en elCongo a la sensibilidad social y visión crítica del imperialismo que traspiran algunas de sus últimas peripecias, como Estoc de Coque sobre el tráfico de esclavos en el Mar Rojo o Tintín y los Pícaros acerca de los golpes de estado en la república latinoamericana imaginaria  de San Teodoro. Un último caso en el que se percibe perfectamente una característica recurrente en la obra de Hergé: cierta vaguedad en la localización de algunos lugares (una isla perdida de Oceanía en  Vuelo 714 para Sidney, un impreciso Oriente Próximo en el país del Oro Negro,Syldavia y Bordúria en El Cetro de Ottokar o El asunto Tornasol, etc.)  que, sin embargo, están inspiradas en casos y situaciones reales y documentados en consecuencia.

Sin embargo, a partir de cierto momento, Haddock y Tintín siempre volvían a descansar a su retiro de Moulinsart, el castillo (inspirado en el Château de Cheverny) que también da nombre al consorcio que en la actualidad gestiona los derechos de la obra de Hergé y también su flamante museo en Lovaina la nueva, que esta misma semana ha abierto sus puertas. Un espacio para el disfrute de tantos seguidores de todas las edades que delTíbet al Perú y de la China a la mismísima luna celebraron en el 2009 los ochenta años de correrías del reportero con la ilusión por la inauguración en Lovaina del primer Museo Tintín.

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