Uno de los aspectos fundamentales de la higiene alimenticia, recordada insistentemente por nutricionistas y asociaciones de consumidores, es leer las etiquetas de los alimentos para certificar la fecha de caducidad o de consumo preferente de los mismos. Dependiendo del tipo de alimento que se trate ésta puede variar desde los tres días hasta varios meses desde la fecha de envase y producción.
Muchas de las intoxicaciones alimentarias domésticas se producen, precisamente, por actitudes erróneas en el hogar: como no respetar las temperaturas a la que deben estar los alimentos para conservarse en perfectas condiciones hasta su consumo o caducidad; no comprobar si lo que vamos a ingerir está caducado o no, o, congelar alimentos una vez ya han sido descongelados.
La fecha de caducidad de un alimento, que debe aparecer obligatoriamente en alguna parte visible de los envasados, mientras que en los frescos es de unos pocos días, indica la fecha a partir de la cual un producto no se debe utilizar, ya sea por razones de seguridad o de eficacia. Aún dentro de los alimentos envasados, su perdurabilidad en condiciones salubres depende del tipo de envase pudiendo variar hasta en diez días.
Por otra parte, la fecha de consumo preferente, presente en productos de larga duración normalmente conservados en latas, no tiene por qué suponer que ese alimento no pueda ser consumido después de dicha fecha, como ocurre con la de caducidad, sino que pierde parte de sus cualidades. Sin embargo, tanto la fecha de caducidad de los productos envasados como la de consumo preferentes se pueden ver alteradas considerablemente si el envase se encuentra deteriorado o si el producto se ha salido de éste.
Muchas de las intoxicaciones alimentarias domésticas se producen, precisamente, por actitudes erróneas en el hogar: como no respetar las temperaturas a la que deben estar los alimentos para conservarse en perfectas condiciones hasta su consumo o caducidad; no comprobar si lo que vamos a ingerir está caducado o no, o, congelar alimentos una vez ya han sido descongelados.
La fecha de caducidad de un alimento, que debe aparecer obligatoriamente en alguna parte visible de los envasados, mientras que en los frescos es de unos pocos días, indica la fecha a partir de la cual un producto no se debe utilizar, ya sea por razones de seguridad o de eficacia. Aún dentro de los alimentos envasados, su perdurabilidad en condiciones salubres depende del tipo de envase pudiendo variar hasta en diez días.
Por otra parte, la fecha de consumo preferente, presente en productos de larga duración normalmente conservados en latas, no tiene por qué suponer que ese alimento no pueda ser consumido después de dicha fecha, como ocurre con la de caducidad, sino que pierde parte de sus cualidades. Sin embargo, tanto la fecha de caducidad de los productos envasados como la de consumo preferentes se pueden ver alteradas considerablemente si el envase se encuentra deteriorado o si el producto se ha salido de éste.