La escapada perfecta

Fundado a finales del s. XIII por un grupo de monjes pertenecientes al cercano monasterio de Poblet, el Monasterio de Piedra es uno de los Monumentos Nacionales más sorprendentes de nuestra tierra. El enclave natural que lo rodea es una auténtica joya; un lugar perfecto para descansar y disfrutar de las maravillas que la naturaleza puede ofrecernos.

El río Piedra, además de dar nombre al Monasterio, a su paso por sus inmediaciones ha creado un paisaje asombroso lleno de grutas y cascadas, entre las que destaca la llamada “Cola de Caballo” que, con sus 50 metros de caída, es la de mayor altura del parque. Otra de las maravillas que se pueden contemplar a lo largo del recorrido de cerca de 5 kilómetros que atraviesa el parque es el Lago del Espejo; donde los reflejos llenan de viveza el apacible entorno.


En cuanto al monasterio en sí mismo, consta de varias fases. Empezó a construirse a finales del románico y se culminó en el Renacimiento. Sin embargo, el estilo principal que lo caracteriza es el cisterciense, una suerte de preludio del gótico que, sin embargo, se caracteriza por su sobriedad y despojo. La ausencia de decoración historiada da paso a puntuales detalles simbólicos; rítmico y elegante, este estilo está pensado para que los monjes puedan elevar su espíritu sin dejarse llevar por distracciones.

Es posible alojarse dentro del Parque Natural en el Hotel Monasterio de Piedra, donde además se puede disfrutar de un Spa de más de 500 metros y de una gastronomía regional más que recomendable. En las inmediaciones se encuentra también el Museo del vino y el del chocolate; dos lugares para que el paladar disfrute, en un lugar de inigualable belleza.

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