Esta es la cuarta Semana Santa de Francisco como Sumo Pontífice de Roma. Son fechas muy señaladas para la Iglesia católica, pero además, se suma que este año es el de la Misericordia, por lo que este asunto tendrá una especial importancia en estos días de Pasión y muerte de Jesucristo.
Como cada año, el Papa preside, el día de Jueves Santo, la Misa Crismal en la Basílica de San Pedro a primera hora de la mañana. A ella asisten sacerdotes, cardenales y obispos italianos y se bendecirán, como es costumbre, los santos óleos que se administrarán a lo largo del año en los principales sacramentos.
Por la tarde Francisco celebra la Misa Vespertina de la cena del Señor, momento en el que tiene lugar el lavatorio de los pies. El Papa, recordando a Jesús con los doce apóstoles, se arrodilla y lava los pies a doce personas elegidas entre los asistentes, que este año serán refugiados. Ya lo hizo en los años anteriores, inclinándose ante internos de la prisión de menores de Casal del Marmo, a discapacitados del Centro Santa María de la Providencia de Roma y a reclusos de la cárcel de Rebibbia.
Ya el día de Viernes Santo, Francisco está presente en la celebración de la Pasión del Señor en la Basílica Vaticana y por la noche acude al Coliseo de Roma para presidir el vía crucis, un hecho verdaderamente emotivo de la Semana Santa en Roma, ya que Su santidad recuerda las catorce estaciones que van desde la condena a muerte de Jesús hasta su sepultura, todo ello, retransmitido en pantallas gigante y ante la atenta mirada y compañía de miles de personas.
El Sábado Santo, el Papa entra a oscuras y en procesión a la basílica de San Pedro portando el cirio Pascual con el que se celebrará la Vigilia Pascual.
Y el Domingo de Resurrección, Su Santidad tiene previsto presidir la misa en la Plaza de San Pedro en torno a las 10:15 de la mañana ante miles de peregrinos de todo el mundo que celebran con Francisco que Jesús ha resucitado. Tras la Santa Misa, el Papa procederá a la tradicional bendición “Urbi et Orbi” que concede indulgencia plenaria a todos aquellos que se hayan confesado, hayan comulgado y estén en gracia de Dios. Esta bendición sirve, incluso, para aquellos fieles que, cumpliendo esas condiciones, lo vean por televisión, radio, internet, etc.
