Gótico en estado puro

En España tenemos muy buenos ejemplos de Estilo Gótico e incluso una rama propia, el gótico flamígero o isabelino que, aunque tardío, resulta de una belleza y perfección cautivadoras. Sin embargo, no cabe duda de quelos ejemplos más perfectos de estas construcciones los encontramos en Francia, el país donde se fraguó una forma de espiritualidad que, una vez traducida al espacio, dio lugar a templos de singular armonía.

Curiosamente, los más espectaculares se sitúan formando un triángulo alrededor de París. Se trata de las catedrales de las famosísimas ciudades de Chartres, Reims y Amiens; perfectas en su factura y en la consecución de sus objetivos.

Lograr crecer en el altura, evocando el acercamiento a Dios, es uno de ellos, pero no necesariamente el más importante. Recrear una suerte de camino ascensional en dirección al altar es quizá uno de los elementos más importantes y que más desapercibidos pasan de las Catedrales Góticas. Según nos acercamos al ara crece la iluminación, llegando a su culmen en la zona donde se celebra la misa, justo debajo del tambor donde se cruzan las naves.

Estas tres Catedrales, situadas en ciudades medievales de gran belleza, bien merecen una visita exhaustiva. Las hermosas vidrieras que cubren sus gruesas paredes, coloreando alegremente el interior, y la perfecta triangulación de sus cabeceras (la zona situada detrás del altar) son sólo algunos de los detalles en los que vale la pena reparar.

Una buena idea para conocerlas es planear una escapada a la capital francesa y utilizar París como centro de operaciones desde el que desplazarse a las aristas de este triángulo gótico y, ya de paso, disfrutar de las delicias de la Ciudad del Amor y de sus propias maravillas góticas: la Catedral de Notre Dame y la Saint Chapelle, una pequeña capilla de excepcional belleza.

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