Fans y ricos nostálgicos

Ser fan de alguna estrella del cine, de la música o similar y rozar (o entrar de pleno) en el fetichismo y adquirir piezas pertenecientes a un famoso, puede llegar a ser casi tan caro como el gusto  por las grandes obras de arte. De hecho, no es extraño que algunas de las casas de subastas más prestigiosas como Christie’s y Sotheby’s participen en este comercio en el que tienen cabida objetos tan dispares como ropa, joyas, fotografía y un etcétera tan largo como dé de sí la imaginación de un admirador. Y es que todo vale.

Uno de los casos más recientes es la venta del contenido de Elaine’s, un pequeño restaurante  ubicado en una manzana a desmano de la Segunda Avenida de New York convertido en todo un icono de la ciudad en el que se daban cita los escritores, pintores, periodistas y demás fauna conocida de la ciudad.  El mítico restaurante cerró en mayo, cinco meses después de que muriera su propietaria, Elaine Kaufman, y la casa de subastas Doyle ha sido la encargada de vender las servilletas de cuadros, los carteles de Andy Warhol, las sartenes descoloridas o los libros dedicados por Katherine Hepburn que se amontonaban en este antro que Woody Allen inmortalizó con su cámara en varias películas y en el que comió durante 10 años. El mismo en el que Frank Sinatra estrelló su puño en una pequeña mesa redonda, la número uno, que ahora se ha vendido por 8.750 dólares junto con un mantel a cuadros y cuatro sillas de café tambaleantes. Se ha pujado por el 97% de los objetos subastados, vendidos por más de 385.000 dólares (más de 280.000 euros): la caja registradora superó los 4.000 dólares (unos 3.000 euros), un misterioso comprador de Connecticut se quedó la figura de cartón piedra de un carrito de Navidad del escaparate por más de 4.000 dólares, aunque Doyle había estimado que sólo valía unos 200 (145 euros)… Los cuadros han sido, al final, los más lucrativos, en particular un collage original del americano Wallace Berman vendido por 41.250 dólares (30.000 euros) y un lienzo de otra contemporánea, Helen Frankenthaler, que llegó a la suma imprevista de 25.000 (18.200 euros). Warhol se quedó en 18.750 dólares (13.700 euros) y Hockney en 11.875 (8.600 euros).

Marilyn Monroe, unos de los grandes símbolos sexuales del siglo XX e incluso de éste, ha sido en más de una ocasión centro de estas adquisiciones más propias de ricos nostálgicos. En el 2008 la casa Christie’s subastó la mayor colección de fotografías de Marylin que formaba parte de la colección privada del matrimonio Constantiner, unos coleccionistas de arte europeos residentes en Nueva York. Entre las piezas, imágenes tan conocidas como el desnudo de la  Monroe para la portada de “Playboy” en 1949, obra de Tom Kelley, que se vendió por 18.750 dólares.

En unos meses, en diciembre, saldrán a subasta las que probablemente son las imágenes más importantes de Marilyn que están disponibles, porque son de las primeras como profesional: con apenas 19 años la entonces desconocida Norma Jean Dougherty posó en 1946 para el fotógrafo Joseph Jasgur, obligado ahora a subastar varias de aquellas fotografías y negativos.

Los vestidos son otros de los fetiches que suelen cotizar alto. Siguiendo con el mito de Marilyn, este verano se subastó, por 4,6 millones de dólares, el vestido que usó la actriz en la famosa escena del metro en ´´The Seven Year Itch´  (la tentación vive arriba). Ejemplos como este abundan, pero probablemente el más glamoroso es el caso de Audrey Hepburn. A finales de 2009, Sotheby’s se encargó de celebrar diferentes subastas en sus sedes de Nueva York y París en las que se vendió lo más destacado del ropero de la actriz con trajes firmados por Valentino, Elizabeth Arden o de su diseñador preferido, Hubert de Givenchy. Parte de los beneficios se destinaron a UNICEF, organización de la que fue embajadora.

Este coleccionismo tan especial puede llegar a alcanzar cotas importantes de excentricidad si tenemos en cuenta que hay quien puja por artículos de famosos de ayer y de hoy tan ‘peculiares como el aire envasado de Angelina y Brad, el test de embarazo de Britney o el guante de Michael Jackson. De momento, los enamorados (y ricos) de los mitos hollywoodienses tendrán el 14 y 15 de diciembre la oportunidad de hacerse con alguno de los objetos que pertenecieron a una de las mayores divas del cine, Elizabeth Taylor,incluido el enorme diamante que Richard Burton le regaló en 1968, y algunos de sus vestidos más característicos, que se exponen en Christie’s, en Londres, antes de presentarlos en una serie de subastas en Nueva York. Para hacerse idea del presupuesto, una chaqueta de Versace de los 90, titulada ‘El rostro’, que está decorada con retratos de Taylor elaborados en pedrería y por la que espera recaudar entre 15.000 y 20.000 dólares.

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