Familias del mundo

Todos tenemos una noción más o menos intuitiva de qué es la familia y cuál es su composición en nuestro entorno cultural, por más que la evolución de las costumbres en los últimos años pueda haber ampliado o modificado nuestra percepción de la misma.

Y es que, como cualquier construcción social, la familia está sujeta a distintas interpretaciones a lo largo del tiempo y depende de muchos condicionantes culturales, económicos o ideológicos.

Resulta así divertido echar un vistazo a las distintas conformaciones familiares que uno puede encontrar en el mundo o que hubo en el pasado.

Por ejemplo, una de las fórmulas más extendidas desde la prehistoria es la que podríamos denominar matriarcado. Es decir, familias donde existe un régimen de filiación matrilineal y que se desarrollan en sociedades donde las mujeres tienen una autoridad preponderante. Uno de los casos más llamativos es el del judaísmo ortodoxo, según el cual uno sólo es judío si desciende de madre judía. Resulta una constatación  curiosa, habida cuenta que la familia convencional compuesta por un matrimonio con sus hijos, aunque extendida por todo el mundo, tenga entre nosotros una ascendencia hebrea. Y aunque precisamente fueran otras comunidades israelíes, las de las granjas colectivas o kibbutzim, quienes durante muchos años mantuvieran un modelo distinto, dado que los niños del Kibbutz dormían juntos y separados de sus padres en una casa común. Una fórmula que, sin embargo, empezó a abandonarse en los años ochenta.

Sin detenernos en la cierta anomalía que suponen las sociedades polígamas, otro caso que difiera de la familia nuclear  es el de familia entendida de una forma más amplia: hasta tiempos muy recientes no era nada extraño no sólo que tres generaciones vivieran bajo un mismo techo, sino que éste también se compartiera con tíos, hermanos, parejas y su descendencia.  Ni que sea muchas veces por imperativos económicos, esa estructura ha sobrevivido, por ejemplo, en el pueblo gitano. En los Balcanes incluso ha existido un modo de organización, la zadruga, que  se componía de varias familias sin lazos consanguíneos que convivían en comunidad y que tenían en su cúspide a una figura patriarcal que es la que dirigía sus designios y trabajo. No dista demasiado de los clanes que aún hoy son la unidad más importante en muchas sociedades primitivas.

En este sentido, cambios en las formas de vida, un menor número de hijos  y un cierto repliegue hacia su nucleo más estrecho han hecho que hoy en el primer mundo las familias cortas y de  hijos únicos sean ya más habituales que las numerosas. Algunos teóricos alegan el hecho de que la familia ya no sea una unidad productiva como era en el mundo rural para justificar esa mengua. Sin embargo, otros sociólogos creen que la institución se ha fortalecido dado que una célula más pequeña también supone un refugio de afectividad y solidaridad más intenso que una célula más difusa.

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