Estancia campestre con gusto

En los últimos años hemos asistido a una expansión del turismo rural gracias a casas que se han reformado para acoger con todas las comodidades a sus huéspedes, sin por ello perder un perfume de pueblo y su regusto de autenticidad. El trato cercano de los propietarios y la vecindad con personas que todavía mantienen formas de vida agrícola y ganadera y el conocimiento de su ámbito tradicional son atractivos irresistibles para muchos visitantes urbanos.

Sin embargo, algunos llevan su propuesta más lejos. Se trata de casas que pese a su transformación hotelera, siguen estando fuertemente incardinadas en un sistema de producción agrario y que, en el fondo, aprovechan ese hecho como un atractivo añadido a su oferta. Dan alojamiento, permiten observar y conocer algunos trabajos de los que las personas que se han criado en la ciudad lo desconocen todo y, en los casos más felices, disponen de la posibilidad de comer en el propio restaurante, que como es lógico se abastece de la propia explotación y prepara platos locales. Una experiencia de autosuficiencia y proximidad digna de vivirse ni que sea durante un fin de semana.

Por tierras catalanas, que han conservado una notable estructura de masos –casas de labranza con un alto grado de autonomía-, a lo que se añade el irrebatible prestigio que ha alcanzado su cocina en las últimas décadas, han aparecido algunas muestras reseñables de esta oferta integrada. Pero si hubiese que escoger alguna, por pionera y por excelente, sería difícil no quedarse con Cal Rovira-Els Casals, en Sagàs.

En pleno corazón de la hermosa comarca del Berguedà, de paisaje ondulado, boscoso y habitualmente húmedo, estratégicamente emplazada entre los llanos de las comarcas centrales y las montañas del pirineo y participando de ambas, la visita a Els Casals depara muchas satisfacciones. La filosofía de “Cerrando círculos”, como les gusta decir a ellos mismos, payeses y cocineros a un mismo tiempo, seduce al el viajero, cómodamente alojado en el pequeño y acogedor hotel de la finca. Desde allí, tiene el placer de conocer los huertos que alimentan a la casa y a su cabaña, formada por terneras, cerdos, gallinas y también apetitosas pulardas y capones, y que también proveen al restaurante. Pero es en este último espacio que la familia Rovira deslumbra. Merecidamente premiado y con una estrella Michelin, Els Casals hace una solidísima cocina con arraigo al país y a sus ingredientes y preparaciones más populares, pero sin olvidar actualizarla y añadirle fogonazos de inventiva. Realmente, una gran opción para pasar allí un fin de semana de bucólico retiro y placer.

Puede que no sea el único caso en el que se consiguen aunar los tres conceptos. Aunque en muchas ocasiones prefiere casi guardarse el secreto. Es más, es posible que ya conozcas alguno y lo reserves solo para los más cercanos. Pero… ¿y si lo compartes con nosotros?

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