¿Es posible el lujo sostenible?

¿Crees que quienes consumen o producen productos de lujo no pueden ser éticos con el medio ambiente? ¿Consideras que quienes consumen y producen estos productos sólo lo hacen para satisfacer deseos puramente materialistas? ¿Es ético? Recientemente, la organización ecologista WWF ha publicado el estudio “Deeper Luxury”, en el que analiza la posibilidad del lujo sostenible, por parte de empresas respetuosas con el medio ambiente y responsables el ámbito económico, social y ambiental. La principal conclusión: esto no es una utopía.

Como ejemplo, en este estudio, se ha elaborado un ranking de marcas de lujo basado en la información que las propias compañías aportan y lo que los medios y ONG han dicho sobre ellas, que cumplen estos criterios de sostenibilidad social y ambiental y a los que cada vez más empresas, sobre todo de moda, se comprometen. Así, L’Oréal es la marca más comprometida con el medio ambiente y entre las españolas que comienzan a gestionar sus negocios en este sentido destacan Carrera y Carrera, Fridda Dorsch, fun&basics, Hoss Intropia, Intrépida Mu y Mango.

El objetivo principal de este informe es mostrar al resto de empresas de moda y lujo que este tipo de estrategias son rentables, ayudan a la diferenciación y mejoran la competitividad, además de ayudar a mejorar la economía y dar ejemplo a través a la repercusión de todas sus decisiones de negocio gracias a la importancia y prestigio de sus nombres.

Además, WWF ha demostrado la falsedad de los mitos que se han creado en torno al negocio del lujo como que “el consumo de lujo se dirige a la autocomplaciencia personal, por lo que no puede ser ético” , argumentando que sí pueden ir unidos a través de gestos en apoyo a iniciativas solidarias; que en los mercados emergentes los consumidores de lujo no se preocupan de la ética o del medio ambiente –para WWF esto es falso porque las clases medias y altas de estos países cada vez están más concienciadas sobre temas sociales y ambientales-; que las marcas no le pueden decir al consumidor sobre qué preocuparse, algo cada vez menos cierto puesto que aprovechan su poder mediático y prestigio para transmitir mensajes al consumidor; la falsa creencia de que las marcas de lujo tienen menos impacto en la sociedad que otras compañías, cuando pueden tener incluso más influencia; o que las marcas de lujo sólo pueden crear valor a partir del marketing, el diseño y los materiales, cuando cada vez más se opta por el llamado glamour filantrópico.

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