En tierras de los Reyes Magos

Si nos fijamos en los textos evangélicos, es muy poco lo que se sabe gracias a esta fuente de los tres Reyes Magos. En la Biblia sólo se les menciona dentro del Evangelio de San Mateo, donde lo único que se narra es que fueron tres, que eran “magos” –término que debe entenderse como “sabios”- de procedencia oriental y que entregaron al Niño tres presentes: oro, incienso y mirra. Sin embargo, hoy en día les conocemos por su nombre y, gracias a la tradición, tenemos muchísimos más detalles sobre estos tres personajes que, cada Navidad, llenan de ilusión a los más pequeños.

Nuestro primer destino es Rávena, donde se encuentra la primera representación de los Magos en la que aparecen nombrados como “Melchor, Gaspar y Baltasar”. La imagen puede verse en los ricos mosaicos del siglo IV sitos en la Iglesia de San Apolinar “el Nuevo”; un bello templo que es tan sólo una de las múltiples atracciones turísticas que esconde esta bella ciudad italiana. En el citado friso se representa a los reyes ataviados según la moda persa, cosa lógica, ya que la mayoría de las teorías apuntan a que estos entrañables magos procedían de Persia y Babilonia; nuestras dos próximas paradas.

Históricamente, la zona de Persia corresponde a lo actualmente es Irán. Su visita no sólo tiene interés por ser la posible cuna de los Sabios de Oriente, ya que se trata de la tierra que dio vida a algunas de las civilizaciones más antiguas del mundo y las ruinas de ese glorioso pasado todavía siguen en pie. Persépolis, capital del Imperio Aqueménida, es uno de los ejemplos más significativos. Lo mismo sucede con Babilonia, actualmente en Iraq, muy cerca de Bagdag, que fue una de las ciudades más importantes del bajo Imperio en Mesopotamia. Palacios y Zigurats recuerdan todo el poderío de una de las ciudades más importantes de la antigüedad aunque, para contemplar sus vestigios, casi es mejor acercarse al British Museum de Londres y al Pergamon Museum de Berlín, donde descansan algunos de los murales más bellos que en su día adornaron la ciudad.

Siguiendo con los Reyes Magos, dice la tradición que, después de la resurrección de Jesús, el apóstol Santo Tomás los halló en Saba, donde fueron bautizados y consagrados obispos, para morir martirizados en el año 70. Según esta historia, sus restos fueron llevados a Constantinopla por Santa Elena. Más tarde, se cuenta que Federico I Barbarroja los trasladó a Colonia, donde hoy se pueden contemplar las supuestas coronas que en su día llevaron los sabios.

La presencia de estas reliquias propició la construcción de la Catedral de Colonia, una impresionante joya del estilo gótico, que se ha convertido en uno de los más importantes centros mundiales de peregrinación, junto con Roma y Santiago de Compostela.

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