El valor nutritivo de los congelados

El ritmo acelerado de la vida en la actualidad nos obliga en muchas ocasiones a buscar la forma más cómoda de cocinar. Esto ha traído consigo un aumento del consumo de productos congelados y precocinados que nos permiten ahorrar tiempo en la cocina. En este sentido, las verduras congeladas van ganando terreno a las frescas, aunque siempre nos quede la duda de si éstas tienen los mismos valores nutritivos.

Entre la recolección y el proceso de envasado y congelación de las verduras transcurre un breve periodo tiempo que impide que éstas pierdan sus vitaminas y minerales. Muy al contrario, las verduras frescas que encontramos en el mercado pueden, incluso, haber perdido parte de su cualidades nutritivas ya que se ponen a la venta días después de su recolección.

Se entiende que las verduras congeladas tengan un precio más elevado no sólo por mantener su valor nutritivo desde el origen, sino por facilitarnos la vida ya que nos ahorran tener que limpiarlas y trocearlas. Están listas para su cocción. Por tanto, la relación calidad y precio es rentable.

Una vez recolectadas, las verduras son sometidas en la fábrica al llamado proceso de higienización: se limpian, se quitan los restos de tierra y se separan las partes no comestibles. Posteriormente, se hierven, para eliminar los microbios y se inactivan sus enzimas, sustancias que aceleran su descomposición, para lograr una mejor conservación de las verduras. En este proceso la pérdida de vitaminas es ínfima comparada con la que se produce en el almacenamiento y distribución de las verduras frescas.

También está en nuestra mano que las verduras congeladas mantengan sus propiedades, no rompiendo la cadena del frío, respetando la fecha de caducidad, descongelándolas sólo una vez y cociéndolas correctamente. En este último punto, se recomienda emplear poco agua y verterlas en el cazo de hervir sin descongelas.

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