El otro jubileo

Escuchar la palabra ‘jubileo’ supone para una gran mayoría pensar en elCamino de Santiago y en los peregrinos que recorren sus diferentes rutas. Sin embargo, la capital gallega no tiene la exclusividad de esta celebración que tiene lugar cada siete años, sino que es un privilegio que comparte, únicamente, con Roma, Jerusalén, Santo Toribio de Liébana y Caravaca de la Cruz  (Murcia), ésta última con la que precisamente este año coinciden en su Año Santo.

Como sucede con otras vías de peregrinaje, recorrer los caminos de la Cruzno tiene como único objetivo el de llegar al final, sino que tan importante, sino más, es el recorrido en sí mismo y disfrutar del encanto de los paisajes que surgen al atravesar vías pecuarias, vías verdes y senderos de todo tipo y conocer la historia y la cultura de la zona enriquecidas por el paso de íberos, fenicios, romanos, árabes…

A pesar de existir diversos antecedentes desde 1392, en realidad el primer Año Jubilar fue en 1981, repitiéndose en 1996. Ya en 1998 Juan Pablo II concedió el Jubileo con carácter perpetuo y cada siete años, considerándose uno de los centros de culto más importante de toda la Cristiandad. Pero si todo este misticismo y espiritualidad no es suficiente reclamo, sí lo es su historia, el riquísimo patrimonio monumental, sus gentes hospitalarias y sus paisajes que la hacen merecedora de ser incluida en las guías turísticas más destacadas.

Caravaca de la Cruz es una amalgama de iglesias, claustros y capillas entremezclada con yacimientos eneolíticos, argáricos, íberos y romanos. La estrella es el castillo-basílica, en cuyo interior se custodia la santísima Vera Cruz de Caravaca, verdadera estrella y motivo de peregrinación; un relicario, magnífica pieza de orfebrería creada para guardar un fragmento del madero en el que fue crucificado Cristo.

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La Iglesia de la Soledad es otro de los lugares emblemáticos de Caravaca. Además de templo, alberga el Museo Arqueológico, custodio de los restos de las civilizaciones pasadas que poblaron la zona. Dentro del recorrido monumental no se debe dejar fuera el magnífico Palacio de los Uribe, del siglo XVI, sede de la Casa del Artesano y del Museo de la Fiesta en el que es posible contemplar los mantos originales que cubren los “Caballos del Vino” y las vestimentas de los Moros y Cristianos. La larga lista del itinerario cultural también debe incluir otras construcciones como elHospicio de Los Jerónimos (actual Casa de la Cultura), las iglesias de La Concepción, del Carmen, de La Compañía de Jesús, de San José, y delSalvador, el Convento de Santa Clara, la Ermita de San Sebastián, las casas blasonadas, la Plaza del Arco y el Ayuntamiento.

Para ‘desintoxicar’ un poco del empacho monumental nada mejor que el contacto con la naturaleza como ofrece el paraje de El Estrecho de la Encarnación, donde además se pueden visitar los restos de diferentes asentamientos  de íberos y romanos como el poblado fortificado de Los Villares, con restos de casas y de su muralla, de tres metros de anchura, que lo rodeaba. Y desde luego, antes de la despedida, el viajero no puede dejar Caravaca sin antes visitar Las Fuentes del Marqués y su pequeño castillo templario.

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Fe, cultura, naturaleza… De todo ello podrá disfrutar el visitante, peregrino o turista, que llegue a esta ciudad santa.

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