El estilo Feng Shui

Oriente irrumpe, cada vez más, en todos los ámbitos de la vida occidental. Primero en la alimentación, en moda, técnicas de meditación, y, desde hace unos años, en un tipo muy determinado de decoración: el Feng Shui. Esta antigua ciencia ha estudiado la influencia de diferentes tipos de energías terrestres y astrales en las personas, en concreto, en función de las construcciones en que habitan o trabajan. El objetivo: lograr la correcta armonía en ambos espacios.

Para ello, hay que tener en cuenta diferentes principios en la ubicación y disposición interna de nuestro hogar. De acuerdo en el Feng Shui, la orientación de la vivienda, sus puertas, ventanas, habitaciones y mesas de trabajo, condicionará la influencia de unas u otras energías.

Se trata, por tanto, de buscar que nuestro hogar, además de cómodo y con estilo, transmita buenas vibraciones. Según el Feng Shui, por ejemplo, esto se consigue procurando que la entrada de la casa se amplia y limpia, con pocos muebles y adornos que puedan bloquearla; las camas debes estar orientadas hacia la puerta del dormitorio o que la accesibilidad sea la característica que reine en cada una de las estancias de la casa y de toda ella como unidad.

Pequeños detalles como mantener las puertas de los baños cerradas o las tapas de los inodoros bajadas, también contribuirán a la armonía en el hogar. Las formas redondeadas, siempre símbolo de perfección, tienen un protagonismo especial en las casas Feng Shui, ya que recomienda evitar todo tipo de puntas o esquinas. Asimismo, de acuerdo con las teorías de las que parte esta filosofía, los cinco elementos –agua, fuego, madera, Tierra y metal- deben estar presentes en la decoración del hogar. La luz natural debe ser otro de los protagonistas del hogar y, si se carece en alguna zona de la casa de ella, es imprescindible procurarle una iluminación intensa, aunque sea de luz artificial.

Finalmente, para crear un hogar Feng Shui es imprescindible no tomar sólo algunos de sus consejos o principios, ya que romper uno sería romper la armonía.

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