Deshecho de alta cocina

No hace falta ser millonario ni mucho menos para comer bien: multitud de los platos más sabrosos son asequibles incluso para economías muy modestas. De unas migas a unas manitas de cordero, de un plato de habas guisadas a una menestra de verduras frescas, casi cualquier hijo de vecino con un poco de arte en los fogones puede convertir la hora de la comida en una fiesta sin precio.

Sin embargo, en esta sección hemos ido describiendo también aquellas viandas que por raras, exquisitas y caras sólo están al alcance de bolsillos llenos y caprichosos, como el caviar de esturión albino o los grandes vinos de coleccionista.

Hoy, sin embargo, queremos acercaros a una categoría gastronómica algo más exótica y poco divulgada en el mundo occidental, si bien igualmente entre las más selectas del mundo a fuerza de su insólito coste y las dificultades que conlleva su obtención: el nido de golondrina.

En realidad, la base la proporcionan las aves de la especie collocalia tuciphaga, una suerte de vencejo del sudeste asiático que tiene por costumbre anidar en cuevas, acantilados y zonas muy elevadas. A diferencia de otros pájaros que se sirven de casi cualquier componente a su alcance (barros, ramas y etc.), éste fabrica únicamente con su saliva y sus plumas el refugio de sus retoños, que después de la cría abandona a merced de sus depredadores. Éstos no son otros que recolectores que conocen su valor en el mercado y se aventuran muchas veces con riesgo de sus vidas a desprenderse por barrancos o trepar por altas vigas para hacerse con ellos. Tanto es el peligro que, en los últimos años, se ha empezado a extender el uso de unas construcciones especiales que facilitan la labor.

Una vez obtenida la “captura”, empieza un trabajo no menos laborioso: la esmerada limpieza y larga cocción que los deja listos para su uso culinario. Esta tarea la llevaban a término las mujeres de las mismas comunidades indonesias y tailandesas ocupadas en la recolección, si bien también tiende a industrializarse ante la solidez constante de la demanda.

Lo más curioso de todo es que desde la perspectiva estricta del gusto, el “nido de golondrina” es bastante insípido. Su elaboración más común consiste en cocerlo al vapor con un caldo para obtener una sopa gelatinosa que, sin embargo, puede costar  fácilmente los 90 euros por cuenco. Y es que aunque existen distintas variedades, el más cotizado, aquel que tiene un color sangre muy intenso, se paga a casi 2000 Euros el kilo.

Pero hay que decir que no es tanto el sabor como otras virtudes atribuidas al plato lo que motiva un tan lucrativo comercio. Como ocurre con otros ingredientes, la dietética china cree que el consumo de nidos de golondrina reporta grandes beneficios al organismo. En este caso concreto, se considera que tiene propiedades afrodisíacas, lo que en las mesas asiáticas es garantía segura de convertirse en un producto muy demandado.

Hong Kong es el gran centro de distribución de esta peculiarísima delicadeza, y se suele exportar desde allí a comunidades chinas del mundo entero. De hecho, también desde nuestro país es posible adquirirlo, aunque el sobrecoste de su importación lo ponga por las nubes. Es también factible que, por encargo, nos lo puedan preparar en algún restaurante cantonés. Pero dada la información ofrecida, desconfíe de toda oferta que no le haga temblar el bolsillo, porque estará preparada sin ningún tipo de discusión con alguna suerte de sucedáneo.

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