Cultivando aromas

En un principio el uso de las plantas (hierbas) aromáticas se debía a la necesidad de contar con condimentos que aportasen un sabor agradable a los alimentos, enmascarando los posibles olores desagradables que podían desprender al no contar con unas condiciones adecuadas para su conservación, especialmente en el caso de los productos de origen animal. Además, las especias son capaces de protegerlos de la proliferación de microorganismos.


 


Evidentemente hoy en día las especias siguen ocupando un lugar destacado en nuestros platos, enriqueciéndolos, pero además, con las plantas aromáticas cultivadas en nuestra casa disfrutamos de sus propiedades decorativas y por supuesto ambientadotas gracias a sus potentes aromas.


 


El cultivo casero de plantas aromáticas no supone grandes conocimientos y habilidades, por lo que resultan muy adecuadas si somos novatos en esto de la jardinería. Además no es necesario un jardín, ya que puede cultivar en maceteros largos o macetas que contengan cada tipo de planta y que podemos colocar en terrazas, balcones o incluso en el interior de la casa.


 


Lo primero es hacer una selección. Nunca deben faltar la hierbaluisa, el laurel, el perejil, el romero y la menta y nunca está de más otras como el cebollino, la albahaca, el orégano y el tomillo. Fundamental es la ubicación: escogeremos un sitio con mucha luz, al menos, 4 o 6 horas de sol al día, como el alféizar de una ventana. Si las cultivamos en interior, que sea un sitio muy luminoso. Un sitio adecuado puede ser la cocina, aunque alejadas de focos de calor como el horno.


 


Normalmente necesitan poca cantidad de agua para sobrevivir, y es mejor estar atentos con cada planta para su riego, teniendo en cuenta que las que plantemos en macetas necesitarán más agua que aquellas colocadas en la tierra del jardín, y durante su desarrollo se las habrá de abonar con un intervalo de 15 días para que crezcan mejor.


 


Por lo que al abonado se refiere, las hierbas aromáticas se abonan poco para que no pierdan sabor y aroma. En el caso de las macetas, añadiremos una o dos veces al mes abono líquido disuelto en la regadera. Si las plantamos en un jardín, será suficiente con que una vez al año aportemos fertilizantes en tierra. Si utilizamos un abono orgánico (estiércol, mantillo, turba, etc.) se aplica en invierno (1 kilo por metro cuadrado) y si es mineral (también llamado químico), hazlo en primavera y/u otoño. En cualquier caso estas plantas, en líneas generales, prefieren un suelo normal en nutrientes minerales a uno rico.


 


Conforme vayan creciendo las plantas hay que  pinzarlas, es decir, cortar las puntas de los tallos largos para que ramifique por abajo y se haga más densa y compacta.


 


La renovación –que debe ser anual-  puede ser por esquejes o semillas, y aunque en ocasiones cada planta posee “su” tiempo para arraigar, lo mejor es hacer la renovación en primavera, cuando empiezan las temperaturas más suaves, aunque se puede plantar en cualquier época del año, siempre que evites los días de mayor calor del verano y los días más fríos del invierno.


Entre el abanico de las plantas aromáticas especies que son anuales (duran una estación), unas pocas son bienales (ambas se multiplican por semilla) y otras Perennes (duran varios años y se multiplican por semilla y también por esquejes, división de mata y acodo).


 


La lista es amplia, así que seguro que encuentras algunas con las que poder adornar tus platos y tu casa.

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