Cuando no abandonan el nido…

El pasado 2006 la proporción de personas jóvenes que se habían independizado definitivamente descendió cerca de un 3% con respecto al año anterior, según el informe que realizó el Observatorio Joven de la Vivienda (Objovi). Además de este dato, tenemos que tener en cuenta que, con el aumento de la esperanza de vida en España, parece haberse alargado el periodo de la juventud hasta, por lo menos, los 34 años, edad a la que las autoridades consideran que termina la juventud. Parece lógico si tenemos en cuenta que tanto la maternidad como la emancipación ya han superado la edad de los 30 años.

Si bien para poder comprar una vivienda, según este estudio, los jóvenes deberían dedicar el 53,7% de sus salarios, por una superficie máxima de 55,9 m2, existen otras alternativas para abandonar el nido. Sin embargo, la resistencia de este sector de la población a ‘liberar’ a sus progenitores de su presencia en el hogar materno es fuerte. En este sentido, el Instituto Nacional de Estadística (INE) nos informaba en un estudio sobre cambios en la composición de los hogares españoles que entre los 25 y los 34 años ganan por goleada los que siguen en casa con sus padres. De hecho, si hay 346.290 jóvenes que viven solos, existen otros 2,5 millones que aún siguen haciéndolo en el hogar paterno. Asimismo, dentro de esta franja de edad de jóvenes que viven solos, existe una proporción de dos hombres independizados por cada mujer.

No hay duda de que las dificultades a las que se enfrentan los jóvenes para lograr la emancipación son muchas y que, a menudo, parecen confabularse varias para no alcanzar dicho objetivo. No obstante, y tomándolo con el mejor humor, ¿dónde se está mejor que en casa?

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