El Alcalde de Bruselas plantea limitar el número de hijos, mientras se abre un debate sobre si la familia atraviesa una crisis como institución.
Esta semana ha sido noticia que se retrasa un año más la posible ampliación de la baja de paternidad, también que las trabajadoras autónomas se encuentran en una situación bastante desprotegida a la hora de enfrentarse a la maternidad; parece que la crisis económica hace estragos en las mejoras sociales orientadas a promover la familia, una institución que, para muchos, también atraviesa su propia crisis particular.
Precisamente, sobre este peliagudo asunto debatieron hace unos días el obispo de Alcalá de Henares y el presidente del Grupo Popular en el Parlamento Europeo, Jaime Mayor Oreja, entre otros invitados por elInstituto CEU de Estudios de Familia.
No es fácil dilucidarlo, sin duda, y no deja de resultar curioso que,mientras que muchos opinan que la crisis económica puede llegar a mejorar con un impulso de la familia, incluso promoviendo la natalidad, otros piensen que existe un problema de superpoblación.
Nos referimos al caso de Bélgica que ha sido noticia estos días a raíz de la propuesta del Alcalde Socialista de Bruselas Freddy Thielemansv, orientada a limitar el número de hijos por familia. Para el Alcalde “en Bruselas muchas familias numerosas tienen siete u ocho hijos. Piden apartamentos sociales, pero esas viviendas no existen” y por ello debería abordarse una “limitación de los nacimientos”.
Tras sus palabras, como cabe esperar, se armó un gran revuelo y Thielemansv se retractó horas más tarde afirmando que, en ningún caso pretende restringir por ley el número de nacimientos ni inmiscuirse en las libertades individuales y las decisiones de familia.
Sin embargo, lo que sí está claro que no todo el mundo entiende y valora del mismo modo el concepto de familia por lo que, pudiera ser, que no sea la propia institución familiar la que esté en crisis, si no más bien la visión que de ella tienen un elevado número de ciudadanos.
