Curiosamente, los mayores de 65 años somos el colectivo que acude con menor frecuencia al dentista. Un error si tenemos en cuenta los daños producidos por los malos hábitos a lo largo de nuestra vida así como los efectos propios de la edad.
El uso de prótesis dentales, el consumo de medicamentos, los problemas en las encías (retraimiento), la pérdida de dientes, etc. hacen que, en muchos casos, no gocemos de una excelente salud bucal. Si a esto le sumamos el consumo de alcohol o tabaco, el exceso de azúcar o el propio estrés, nuestra boca puede convertirse en una bomba de relojería.
Por tanto, si detectamos una pequeña molestia es un síntoma claro de que debemos acudir cuanto antes al dentista porque dejarlo pasar para ver si mejora sería un grave error. Además, una buena salud dental puede evitarnos graves enfermedades.
Lavar nuestros dientes después de cada comida, utilizar un buen enjuague bucal y evitar sustancias que pueden mancharlos o dañarlos es la mejor manera de prevenir posibles problemas, pero a esto hay que sumarle una visita al dentista al menos una vez al año.
A medida que cumplimos años aumentan los riesgos de padecer problemas en la salud en nuestra boca, por eso es importante que nos concienciemos para mantener una higiene adecuada y unos correctos hábitos saludables, ya que esto afectará a nuestra calidad de vida y a nuestro estado de ánimo.