Con coartada gamberra

Entre otros muchos indicios, uno puede encontrar señales inequívocas de que el estío se adueña del hemisferio norte, y de que escasean las noticias o se hacen más livianas, por la proliferación de fiestas bizarras, concursos extravagantes y reuniones con motivos de muy variable interés en los noticiarios televisivos.
De hecho, parece haberse erigido en costumbre llenar con esta clase de contenidos ligeros y más o menos simpáticos los telediarios veraniegos, que de ese modo nos asoman a lugares de los que muy probablemente no volveremos a oír hablar hasta el año siguiente por las mismas fechas.

El caso más emblemático, también por ser el más temprano, es el de la carrera de Cooper’s Hill, que ameniza las sobremesas del último mes de mayo con la considerable congregación de gañanes que se precipitan colina abajo para ser los primeros en atrapar un queso rodante:

type=”application/x-shockwave-flash” allowscriptaccess=”always”allowfullscreen=”true” width=”425″ height=”344″>

Y es que es difícil vencer en festividades excéntricas a los ingleses, como lo prueba que en Bongor tenga sede el más famoso concurso de cachivaches voladores del mundo, y en el que se han inspirado otros de su misma naturaleza. Una categoría, no obstante, en la que compiten ventajosamente sus vecinos galeses. Porque es en Llanwrtyd Wells donde hacen de huespedes de la competición deportiva más inmunda del mundo: el campeonato de buceo en ciénaga.

type=”application/x-shockwave-flash” allowscriptaccess=”always”allowfullscreen=”true” width=”425″ height=”344″>

Y como suele ser el caso en la mayoría de estas parodias de fiesta, un vago pretexto tradicional suele servir para justificar la pugna de campeones de levantamiento de esposa, en Sonkajärvi, Finlandia. En este caso se rememora el uso vikingo de tomar mujer por la vía de llevársela cargada a la espalda. Y de tal guisa compiten los participantes, que eso sí, tienen más posibilidades de victoria si la señora es de peso liviano. Una manfestación cultural que suponemos que en Sunday River, Estados Unidos, juzgaron tan genial que ni tan siquiera necesitaron excusa para copiarla.

Y es que una idea algo cafre, poca vergüenza y ganas de pasarlo bien lo más descerebradamente posible es lo que suele haber tras la mayoría de estos festejos de nuevo cuño, sin contar el deseo de atraer miradas y turistas, hecho que consiguen a tenor del mencionado éxito televisivo que obtienen sus crónicas.

Y no hay que ir tan lejos para buscar ejemplos: no pasa año en el que nos perdamos los pormenores de la tomatina –ese encuentro valenciano en el que la gente se tira miles de kilos de tomates hasta rezumar pulpa roja por todos los poros- y en el que no cause estupor que cada vez se acerque a participar más gente y tenga más repercusión en los medios. También en los extranjeros, que no parece que en este haya grandes distinciones:

type=”application/x-shockwave-flash” allowscriptaccess=”always”allowfullscreen=”true” width=”425″ height=”344″>

Comentarios

Deja un comentario