Compras a plazos, una opción en crisis

Las reticencias de las entidades financieras para conceder, no sólo hipotecas, sino cualquier tipo de crédito al consumo, ya sea a familias o a particulares, se ha traducido en un alarmante crecimiento de la morosidad en los pagos a plazos, un 83,9%, hasta los 21.130 millones de euros, según los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística (INE). Consecuentemente, las grandes cadenas y tiendas han endurecido sus condiciones a la hora de financiar a sus clientes y, como la pescadilla que se muerde la cola, el círculo se vuelve a cerrar en más solicitudes de créditos y menos consumo.

El consumidor se está encontrando con demasiadas dificultades para poder adquirir electrodomésticos, muebles, equipos para el hogar o aparatos de informática. En primer lugar, para poder comprar a plazos hay que acreditar que se tiene trabajo presentando la última nómina. Sin embargo, esto no es una garantía suficiente. La venta se realiza en función de los ingresos que se atestiguan y una vez se ha confirmado se aplican unos intereses que se han elevado hasta superar, en algunos casos, el 25% anual. Además, se reducen los plazos a una media de 10 meses y la cantidad de crédito que se concede, que no suele superar los 3.000 euros, según informaba hace unos días el diario El País.

Por otra parte, los expertos prevén que la morosidad en los créditos, que con el incremento del pasado mes de diciembre llevaba 18 subidas consecutivas, siga creciendo durante 2009 pudiendo alcanzar hasta el 9%.
La única alternativa que queda a las distribuidoras si no quieren desaparecer es facilitar la financiación de sus productos a pesar del riesgo que pueda suponer y animar así al consumo.

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