Colchones de ensueño

Si al despertar de una noche de un supuesto sueño reparador se tiene la sensación de apenas haber descansado y con dolores de espalda y cuello, es más que probable que ya se deba cambiar el colchón, aunque su apariencia exterior siga siendo buena. No sólo hay que prestar atención a cosas tan evidentes como el sonido de los muelles, costuras rotas o relleno desigual,. Sino también a si mientras dormimos, nos desplazamos lenta e involuntariamente hacia al centro del colchón o si cualquier movimiento suave de la pareja llega a interrumpir el sueño del compañero.


Se debe tener presente que la base de nuestros sueño debe soportar nuestro peso una media de entre 7 u 8 horas diarias, por lo que la vida media de un colchón es aproximadamente de unos 12 años. Y las consecuencias de dormir sobre una superficie deformada, poco firme, en mal estado, no es algo vano: falta de concentración, ansiedad, fatiga, déficit en la memoria y dolor muscular.


 


Ya con la idea clara de que hay que cambiar el colchón, la elección es algo muy personal, ya que no hay un único colchón que se pueda considerar adecuado para todo el mundo y cada cual debe buscar aquel que se adapte mejor a sus gustos y necesidades. Sin embargo sí que hay ciertos criterios universales que se deben considerar. Así, la longitud debe ser entre 10 y 20 centímetros mayor que la de la estatura de la persona lo vaya a utilizar, un grosor de 15 centímetros como mínimo y una anchura de 90 centímetros para camas individuales y de 150 centímetros para las de pareja. Debe ser firme y prestar apoyo a toda la columna cuando se está acostado boca arriba, de manera que se distribuya de la forma adecuada la presión del cuerpo, ya que así se favorece la circulación en las horas de sueño, y habrá que evitar tanto que sea demasiado duro como uno blando e inconsistente.


 


En cuanto a los materiales y ‘estructura’ se pueden establecer dos grandes tipos de colchones: los de muelles y los de espuma.


 


Colchones de muelles.- Ha venido siendo la opción más escogida por la gran mayoría hasta hace poco. Permiten una buena transpiración, facilitando que la temperatura del cuerpo sea la ideal. El inconveniente es que con el tiempo los muelles ceden y tienden a hundirse en el centro, provocando  una postura incorrecta. Además, aunque garantizan una buena ventilación, pueden llegar a ser fríos porque conservan muy poco el calor.


 


Colchones de espuma.- Dentro de esta categoría se encuadran los de espuma de poliuretano (también conocidos como colchones de gomaespuma), los de látex y los de material viscoelástico. Son muy económicos y se comercializan de diferentes densidades: alta y baja (estos últimos con el uso pierden la firmeza y se hunden demasiado y tampoco regulan bien la temperatura).


 


Los colchones de goma látex cuentan con un núcleo formado por un bloque continuo que incluye un conjunto de perforaciones para facilitar la aireación y crear zonas de resistencia. Es aconsejable que antes de comprar un colchón de látex conozcamos la proporción de esta goma en el colchón, ya que por ejemplo en Europa está establecido que al menos el 85% del látex debe proceder del árbol del caucho y sólo un 15% puede ser sintético (obtenido a partir de petróleo), mientras que en nuestro país todavía no se ha acordado una denominación natural para este componente.


Estos colchones presentan más dificultades para eliminar el sudor que los de muelles, pero a cambio su enorme elasticidad hace que se amolden a la perfección al cuerpo y a las articulaciones, sin olvidar que en la goma látex no anidan los ácaros, por lo que es una fórmula recomendada por los especialistas para crear un entorno de descanso antibacteriano e hipoalergénico. Además, la durabilidad de un colchón de látex es mayor, aunque como mínimo es un 25% más caro que los modelos de muelles, aunque la calidad de sueño que ofrecen ambos colchones es muy similar.


 


Los colchones de poliuretano viscoelástico cuentan con un núcleo formado por una espuma semejante a un gel que cambia de forma combinando la presión y la temperatura del cuerpo. La deformación del colchón tarda unos segundos en desaparecer siempre que el usuario cambie de postura, de ahí que se suela conocer como el colchón con memoria corporal térmica, lo que le convierte en el elemento de descanso más apropiado para las personas que, por problemas de salud, deben pasar mucho tiempo en la cama. Esta misma característica puede suponer un inconveniente ya que hay quien puede sentir cierta sensación de agobio ante la dificultad para cambiar de posición, además del hecho de ser el más caro de todos.


 


También el momento de la compra en sí mismo es muy importante. Evitaremos esta tarea en momentos en nos encontremos cansados, como al término de la jornada laboral, porque cualquiera de los colchones podría parecer el adecuado.


 


Una vez adquirido el nuevo colchón conviene seguir algunas pautas para mantenerlo en perfectas condiciones durante el mayo tiempo posible:


 


-. Rotar la posición del colchón cada tres meses, de forma que la parte de arriba pase a ser la de abajo y la cabecera, los pies.


 


-. Protegerlo con una funda compuesta por materiales naturales. Esto contribuirá a mantener una buena transpiración.


 


.- Ventilar cada día la cama y la habitación, ya que un ambiente húmedo y condensado puede favorecer la aparición de hongos en el colchón.


 

.- Cuando queramos hacer una limpieza en profundidad para eliminar el polvo y los ácaros, lo mejor es emplear un cepillo de púas semiduras y huir del aspirador (su uso perjudica la calidad del colchón). Y contra los malos olores lo mejor es emplear bicarbonato, infalible desodorante natural. Bastará con humedecer levemente la pieza y espolvorearla con este compuesto. Una vez seco, se retiran los restos con un cepillo.

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