Campos de turquesa

Si nunca hemos estado en México, si ni tan siquiera tenemos referencias directas más allá de lo entrevisto en un puñado de películas o estampas folclóricas, es posible que tengamos a los cactus y el tequila como una de las imágenes, aunque tópicas, más reconocibles del país azteca. Si en cambio hemos estado en Región Valles y nos hemos tomado el tiempo de recorrer las inmediaciones de Tequila y Amatitán y el paisaje que se extiende a su alrededor es más que probable que esa imagen se torne indeleble, fundadísima en la sólida belleza de este lugar único.

Se trata de un área de casi 35.000 Ha, que en 2006 mereció su inclusión en la lista de Patrimonio de la Humanidad de la Unesco, caracterizada por los vastos campos de cultivo de agave azul y de la industria responsable de la destilación de sus piñas.
En los últimos dos siglos, la producción del mezcal y del tequila ha tenido lugar de forma tradicional en las antiguas haciendas tequileras, algunas de las cuales todavía se conservan y albergan a fabricantes locales o de fama internacional. Son hermosos ejemplos de arquitectura rural postcolonial que merece la pena visitar: la hacienda de Don José del Refugio, sede de Herradura, la Rojeña de la saga de los Cuervo, la Quinta del Retiro que emplea Sauza… Firmes propiedades de ladrillo, adobe y cal, adornadas con bonitos remates barrocos y pintadas en tonos ocres.

Aunque también tenga su melancólico encanto hollar al crepúsculo los viejos dominios de algunas de estas fincas hoy abandonadas, entre los reflejos azulverdosos de las plantaciones circundantes y la majestuosa vigilancia del volcán Tequila.

Además, según la declaración del organismo cultural de la ONU, el lugar también comprende destacados restos de cultivos en terrazas, templos, tumbas y campos de tlachtli que hablan de la presencia del pueblo precolombino de Teuchitlán hasta el 900 a.C.

Motivos que junto a la siempre sorprendente gastronomía de los distintos estados de México y a la hospitalidad de su gente justifican una de las más plácidas estancias que puedan desearse. Porque además, no hay que olvidar que entre las virtudes del mezcal y el tequila se encuentran las de “extinguir la culpa, soltar la lengua, limar asperezas e inflar el tino”.

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