Cambio de ciclo

La
palabra reciclaje, con lo que denota de transformación, de reaprovechamiento de
recursos; incluso vista de forma más poética, de comienzo de ciclo, es uno de
los neologismos más afortunados que ha aparecido en muchas lenguas en los
últimos años. Pero además de la satisfacción lingüística, lo que infunde ánimo
es pensar que tal vocablo ha sido necesario como correlato de una actividad que
cada día esta más extendida y se toma más en serio.


Pero si la mayoría ya se ha habituado a los cubos de colores que indican
distintos tipos de basura (vidrio, papel, plásticos) y son muchos los que se
toman la molestia de utilizarlos, aún hay formas de reciclaje que no gozan de
tanta prédica. La producción de compost a partir de residuos orgánicos está
todavía poco extendida, pero ya está haciendo sus primeros avances.


Compostar sería la operación consistente en transformar la materia orgánica
en abono gracias al proceso biológico de descomposición y maduración que ésta
sufre. Se trata de una técnica sencilla que puede acometerse en casa y para la
que ni tan siquiera hace falta mucho espacio o dedicación. Basta con adquirir un
recipiente compostador y tener algo de paciencia para esperar los resultados de
las antiguas magias telúricas.


El compostador se pueden ir arrojando restos de hortalizas, frutas, yogures
caducados, cáscaras de huevo,  hojas de te y posos de café, césped, aceite
o vinagre que no se haya frito. Estos residuos húmedos se tienen que equilibrar
con otros secos tales que hojas y ramitas muertas, serrín natural, paja, tapones
de corcho y hasta cartón y papel. Cuanto más triturado sea el residuo, más
rápido será el periodo de degradación. Entre cuatro y seis meses más tarde, con
la única precaución de remover el conjunto cada día si se puede, se habrá
obtenido un abono natural de primera clase.


Pero las ventajas de este proceder no sólo se reducen a la impecable calidad
del producto obtenido o a su barato precio, sino, por encima de todo, a la
contribución ecológica que supone. Porque mediante el uso de compost en el
propio jardín o huerto se evita el uso indiscriminado de fertilizantes químicos
que a la larga contaminan la tierra y también el sinsentido de que residuos
orgánicos, fácilmente reintegrables en el ciclo de la vida acaben como cenizas
en una incineradora.
Y es que puede parecer poca cosa, pero entre todos
tenemos una fuerza enorme para revertir el deterioro de nuestra querida y
abusada tierra.

Comentarios

Deja un comentario