Burbuja inglesa

49,5 grados. Esa es la latitud de la región de Champaña y esa se consideraba hasta no hace mucho el límite septentrional para el cultivo de las viñas ideales para la producción de estos vinos espumosos. Pero la frontera se ha movido hacia el norte gracias a un puñado de enólogos del otro lado del canal de La Mancha que, de paso, han querido erradicar la idea de que un caldo inglés de calidad era una quimera.

Y es que los condados del sur de la Gran Bretaña han visto crecer en la última década abundantes hectáreas de vides. De Kent a Sussex e incluso hasta el extremo occidental de Cornualles, uvas pinot y chardonnay proliferan y desafían un clima que se creía demasiado frío para su buena maduración.

Tal implantación ha contado con dos inesperados aliados. El primero, el leve aumento de las temperaturas, sea atribuible o no al cambio climático, que se ha vivido en toda esa franja de territorio por encima incluso de los 51 grados de latitud. El segundo es la continuidad geológica que existe entre la tierra calcárea de piedra caliza característica de la Champaña y la propia de estos enclaves. Pero también el empeño y experiencia de ciertos profesionales conocedores de este complejo oficio, americanos o australianos algunos de ellos, ha sido clave para hablar de unos espumosos de categoría y no sólo de una anécdota enológica.

Nyetimber, de hecho, es el mascarón de proa de esta pequeña revolución del gusto: una revista gastronómica italiana llegó a escogerlo mejor espumoso del mundo. En una hermosa propiedad de West Sussex, se encuentran los viñedos –los más extensos del país- de los que se hacen elClassic Cuveé y el Blanc de Blancs que han dejado conmocionados a más de un catador prejuicioso. Pero no se trata de una excepción: Ridgeview, el sparkling wine de moda gracias a que se sirvió en la boda del príncipe Guillermotambién ha cosechado algunos galardones en certámenes en los que se batía con botellas que tienen detrás una gran tradición vinatera.Mientras, Chapel Down, en Kent o la córnica Camel Valley son otras bodegas que vienen pisando fuerte.

Y es que aunque también haya quien alegue que la general buena valoración del champán inglés se debe a las bajas expectativas iniciales y, un poco, a la simpatia que genera su caracter exótico, los grados de excelencia alcanzados parecen desdecir que se trate de una moda pasajera. Y quien sabe si, en tiempos venideros, James Bond hará patria brindando con los caldos nacionales o las botaduras de barcos ya no tendrán un obligado aroma francés.

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