Buceo arqueológico

Una de las magnificas obras públicas que promovió Caius Iulius Caesar Octavianus –uno de los más grandes césares de Roma, sin duda- fue el Portus Iulius, tarea para la que contó con la valiosa colaboración de su eficaz general Marco Vipsanio Agripa, el 37 antes de Cristo: un lugar que, andando los años, sería además donde San Pablo desembarcó para llegar a Roma.

El puerto se proyectó para servir de base naval militar en la guerra civil contra el rebelde Sesto Pompeyo. Su ubicación, frente a la vieja Puteoli, la actual Pozzuoli, hoy conocida por ser el pueblo natal de Sofía Loren, a unos quince kilómetros al norte de Nápoles, permitía además, un acceso fácil y rápido por tierra a Roma.

Debió ser una obra enorme y utilísima. El puerto costero propiamente dicho se conectaba por un brazo de agua con el lago Lucrino, mucho mayor entonces, y con el lago Averno, facilitando así a las naves un amarre seguro y, gracias a los bosques de las inmediaciones, era un lugar idóneo para las reparaciones y construcciones marítimas. El muelle costero del Portus Iulius se extendía a una distancia de 372 metros, desde la Punta del Epitafio, cerca de Baia, dando paso a la Via Herculea.

Permaneció en uso hasta el siglo IV, cuando se hundió bajo el mar y así quedó olvidado siglos y siglos. Causa de su hundimiento bajo el mar fue el bradisismo, un peculiar fenómeno tectónico consistente en el lento y alternativo movimiento vertical de la corteza terrestre, resultante del ascenso de masas magmáticas y su enfriamiento.


En el año 1956, Raimondo Bucher, un piloto de caza italiano, pudo apreciar, gracias a fotos aéreas, las ruinas del puerto y de las construcciones sumergidas y, ya en inmersión, descubrió la maravilla de tantas construcciones cuyas ruinas permanecen bajo las aguas.

Hoy es posible repetir la inmersión de Bucher, por cualquier persona que, tenga la edad que tenga, esté acreditada como buceador. Se puede contar con la colaboración del club local “Nereidi Diving”, que facilitará material, embarcación y el permiso que requiere el Ministerio italiano de Cultura. Encontraremos, a pocos metros, en una zambullida de escasa dificultad, un fragmento de la Via Herculea, las basas y parte de las columnas del peristilo de lo que fue la casa de la familia Pisón, fragmentos de mosaicos e incluso conducciones del hipocausto. A mayor profundidad, muestras de que persiste la actividad telúrica: espacios llanos, amarillentos, por efecto del azufre, sin ninguna  vegetación submarina y, de vez en cuando, fuentes de burbujas sulfúricas que despiden apreciable calor. Y aguas afuera, cuando el profundímetro marca ya cerca de los veinte metros, los restos del muelle del Portus Iulius, edificado en opus reticulatum.

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