Asía a un lado, al otro Europa; y allá, a su frente, Estambul

Constantinopla, Bizancio, Estambul o Nueva Roma son algunos de los nombres que ha recibido esta próspera urbe, elogiada durante la Edad Media como “reina de las ciudades”; y no en vano, ya que, históricamente hablando, puede considerarse como la población más importante del mundo, erigiéndose como punto de referencia y poder ante el resto de las civilizaciones que convivieron con ella en dicho periodo temporal. Fue la capital del Imperio Romano de Oriente hasta 1453, realizando la labor de transmitir y promover la cultura grecolatina, así como el cristianismo.

La cuidad debe gran parte de su prosperidad al estratégico enclave que ocupa –…“Asia a un lado, al otro Europa; y allá, a su frente, Estambul”…- una posición que, por ventajosa, la convirtió en continuo foco de disputas desde tiempos inmemorables, pudiéndonos remontar para datarlos a la mismísima Guerra de Troya. Capital de diversos imperios, la ciudad ha pasado por varias manos a lo largo de su extensa historia, muy difícil de resumir y digna de ser analizada con detalle. Por ello, en este artículo tan sólo podremos dar algunas pinceladas acerca de sus albores como capital del Imperio Bizantino, una época de tremenda grandiosidad que comienza con el gobierno de Constantino I el “El Grande”.

Tras alzarse como emperador romano (324 d. C.), convierte a Estambul en su capital, denominándola “Nueva Roma de Constantino”, coloquialmente conocida como Constantinopla. Durante su mandato erige una ciudad a imagen y semejanza de la Roma más espléndida y su población crece hasta alcanzar casi el medio millón de habitantes, convirtiéndose de este modo en la ciudad más poblada del mundo. Los grandes monumentos artísticos y arquitectónicos más llamativos se realizan un par de siglos después, durante del gobierno de Justiniano I, durante el periodo conocido también como “Primera Edad de Oro” del Imperio Bizantino.

Artemio de Trayes e Isidoro de Mileto fueron las cabezas pensantes de una de las estructuras arquitectónicas más sorprendentes y bellas del mundo, sobre todo teniendo en cuenta su temprana fecha de realización: la Basílica de Santa Sofía (537 d. C.). Gracias al estudio de la aritmética, los arquitectos aplican un sistema piramidal de descarga de bóvedas en otras bóvedas y arcos, que consiguen a través de la transición mediante pechinas, logrando que la cúpula de la basílica se alzara sobre una planta rectangular, alcanzando la descomunal altura de 55 metros, una pericia que sólo se verá superada seis siglos más tarde con el desarrollo del gótico final. Con 31 metros de diámetro, esta enorme cúpula parece flotar ante los ojos del asombrado visitante, gracias a la entrada de luz que sobre ella se proyecta y a la desmaterialización del espacio interno, que se deshace ante nuestros ojos a causa de su suntuosa decoración y los dorados destellos. Enormes columnas con capiteles delicadamente labrados soportan los arcos que sirven de apoyo a la estructura, cubierta en su interior con lujosos mármoles y finos mosaicos.


De esta misma época son las asombrosas Cisternas de Yerbatán, una obra civil que podría carecer de interés y, sin embargo, es uno de los espectáculos más bellos de la ciudad. Construidas bajo tierra, con planta basilical, están sustentadas gracias a columnas griegas reutilizadas, cuyos reflejos en el agua provocan un juego casi mágico de luces, espejismos y volúmenes. Otras reseñables construcciones de este espacio temporal son la Basílica de Santa Irene -sede del Patriarcado de Constantinopla hasta la construcción de Santa Sofía, situada en el primer patio del famoso Palacio de Topkapi- y la de los Santos Sergio y Baco, que aún conserva frescos en sus bóvedas, pese a su transformación en mezquita durante el Imperio Otomano.

Las maravillas de Estambul son incontables y los lugares para visitar, también; palacios, mezquitas barrocas, paseos en barco por el Bósforo, bulliciosos bazares o torres medievales son algunos de los que, tal vez, analizaremos en una próxima publicación sobre esta fascinante “reina de las ciudades”.

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